Escucho los colores. Si intento cantarlos, la música se apaga.
Puedo callar, o acaso decir “rojo”, “azul”, aunque de nada sirva nombrar lo que se muestra.
Puedo divagar paisajes, aunque mares, desiertos, cielos, la fluidez del agua, el crepitar del fuego, la áspera textura de la tierra, formen parte del ensueño del observador, no del artista.
El crepitar del fuego, he escrito: sus fantasmas.
Asoman en las imágenes el espectro del verano o los horizontes entreverados de todos los tiempos.
O, también, las explosiones y los vértigos cuando algo se condensa, se hunde en lo profundo y luego estalla.
Silencio. El pintor nos habla del brillo callado de la luna.
Una huella tan leve como la caricia de la luz y de la sombra.
No sirve decir, ni cantar: tal vez, si supiésemos, las pieles bailarían los colores.
En 1686 el papa Inocencio XI
declaró: "La música es totalmente dañina para la modestia que corresponde
al sexo femenino, porque las mujeres se distraen de las funciones y las
ocupaciones que les corresponden. Ninguna mujer con ningún pretexto debe
aprender música o tocar ningún tipo de instrumento musical".
Aún así,
mujeres como Clara Schumann o Fanny Mendelsshon alcanzaron un cierto respeto
dentro del mundo masculino de la composición musical. Fanny, la hermana mayor
del famoso compositor Félix Mendelsshon, lo hizo además en contra de la opinión de su
abuelo, el docto filósofo Moses Mendelsshon, que dejó dicho: "El saber
moderado sienta bien a una dama, pero no la erudición [...] Las mujeres pueden
llegar a igualar e incluso superar intelectualmente a los hombres, pero como la
biología ha impuesto que ese progreso intelectual se realice a costa de sus
funciones reproductoras, corresponde condenarlas por razones biológicas".
Todavía a principios del siglo
XX, el insidioso y misógino director de orquesta británico sir Thomas Beecham se
atrevió a afirmar: "No hay compositoras, nunca las hubo y posiblemente
nunca existirán".
Hoy recordamos a dos compositoras
francesas que desmintieron rotundamente al británico.
Cécile Chaminade (1857–1944) nació en Paris y estudió música con su
madre y algunos profesores famosos, como Benjamín Godard, pero no de manera
oficial, ya que su padre desaprobaba esta dedicación. A los ocho años componía
música sacra y le fue posible interpretar una de sus piezas ante Georges Bizet,
que quedó impresionado por el talento de Cécile.
Ofreció su primer concierto a
los dieciocho años, obteniendo un éxito que le permitió realizar varias giras
por Francia, y en 1902 hizo su debut en Inglaterra.
En 1908 visitó los Estados
Unidos, y sus composiciones alcanzaron una gran popularidad entre el público
norteamericano. En Francia fue condecorada con la "Legión de Honor",
la primera vez que se concedía este honor a una mujer compositora. El músico
Ambroise Thomas dijo de ella: "No es una mujer que compone, es un
compositor que es mujer". Sin embargo, después de su muerte en 1944, sus
composiciones cayeron en el olvido y dejaron de ejecutarse.
La música de Cécile Chaminade es
muy melódica y accesible, en el estilo tardorromántico de la música francesa.
Su obra más conocida es el "Concertino para flauta", de la que,
incluso en la era digital, existen escasas grabaciones.
El pianista canadiense Marc-André Hamelin interpreta las deliciosas variaciones "Thème Varié".
Nadia Boulanger nació en Paris, en 1887. Su padre, Ernest Boulanger, fue un destacado
pianista, y su madre, Raissa Myshetskaya, una princesa rusa.
En sus primeros
años a Nadia le asustaba la música y corría a esconderse durante las frecuentes
veladas musicales que se celebraban en su casa. Sus padres no acertaban a
explicarse esta reacción, pero cuando la madre de Nadia volvió a quedarse
embarazada la respuesta de la niña a la música cambió: "Un día oí una
campana de fuego. En vez de llorar y esconderme, empecé a pulsar el piano y a
reproducir sonidos. Mis padres no salían de su asombro". Nadia tenía
entonces cinco años.
Desde entonces se dedicó a la
música. Se graduó con honores en el Conservatorio de Paris y estudió
composición con Gabriel Fauré. Empezó a componer, pero pronto, en contra de la
opinión de su maestro, decidió dedicarse a la enseñanza. "Si algo tengo
perfectamente claro, es que toda la música que he escrito es inútil".
Nadie pudo convencerla de su error.
Pero si como compositora no quiso
destacar, como profesora de música fue excepcional. Su fama se extendió a
Francia, Inglaterra y los Estados Unidos. Compositores e intérpretes que luego
se harían famosos, como Aaron Copland, Roy Harris, John Eliot Gardiner, Elliott
Carter, Daniel Barenboim, Philip Glass y Astor Piazzolla, fueron alumnos suyos.
Nadia Boulanger fue la primera mujer que dirigió grandes orquestas, incluyendo
la Orquesta Sinfónica de la BBC y las Filarmónicas de Nueva York y Filadelfia,
estrenando obras de Copland y Stravinsky.
George Gershwin la visitó en 1927 para
aprender composición, pero después de media hora con el americano Nadia le dijo tajantemente:
"No tengo nada que enseñarle". Gershwin contó cientos de veces esta
anécdota.
Nadia Boulanger murió en 1979. El
compositor norteamericano Ned Rorem dijo de esta mujer: "En lo referente a pedagogía musical -y
por extensión a la creación musical - Nadia Boulanger es la persona más
influyente que haya existido".
La "Fantasía para piano y orquesta" es una de las pocas obras grabadas de Nadia Boulanger.
Galina Ustvolskaya (1919 - 2006) es una compositora fundamental de
la vanguardia rusa. Dimitri Shostakovich dijo de ella: "Estoy convencido
de que la música de Galina Ustvolskaya conseguirá renombre mundial, y será
valorada por todos aquellos que saben percibir la verdad en la música." En
distintas ocasiones Shostakovich la apoyó en la Unión de compositores
soviéticos, en oposición a sus colegas masculinos.
Hasta la caída de la Unión
Soviética, sólo la sonata para violín de 1952 había sido interpretada con
cierta frecuencia, pero desde entonces su música se ha visto programada con
cada vez mayor regularidad en repertorios de occidente.
De espíritu rebelde, Galina
Ustvólskaya dejó dicho:
"No hay el menor vínculo
entre mi música y la de cualquier otro compositor, vivo o muerto".
"Todos aquellos que
realmente amen mi música deberán abstenerse de someterla a análisis
teórico".
Un crítico opinó: "Sus
trabajos de los años cuarenta y cincuenta suenan a veces como si hubieran sido
compuestos hoy".
Sofia Gubaidulina (1931) Estudió composición y piano en el
Conservatorio Kazan, graduándose en 1954. En Moscú amplió estudios con
Vissarion Shebalin, uno de los compositores rusos más cultos y eruditos de su
generación. La música de Sofía no tardó en ser calificada de
"irresponsable" por parte de los gerifaltes soviéticos, a causa de su
exploración de nuevas tonalidades. Shostakovich, que formó parte del tribunal
en sus exámenes finales, igual que había hecho con Ustvolskaya, defendió a
Gubaidulina y la animó a continuar por "el camino equivocado".
No obstante, en 1979, fue
incluida en la lista negra conocida como "Los siete de Khrennikov",
en el Sexto Congreso de la Unión de Compositores soviéticos, lista que vetaba
su participación en algunos festivales de música soviética en Occidente.
Gubaidulina es miembro devoto de
la iglesia ortodoxa rusa. Para ella la música fue un escape de la atmósfera
represiva de la Rusia soviética y una forma de
trascendencia humana, que se manifiesta en el misticismo abstracto de
sus composiciones. En 2007 compuso "In
Tempus Praesens", su segundo Concierto para violín, que fue estrenado
en el Festival de Lucerna, actuando como solista Anne-Sophie Mutter, una de las
mejores violinistas de todos los tiempos, a quien estaba dedicado el Concierto.
Quien esto escribe tiene el recuerdo imborrable de haber escuchado este
concierto en Madrid, interpretado por Anne-Sophie Mutter, a quien acompañaba
Sofía Gubaidulina. Compositora e intérprete recibieron una prolongada ovación
al final del concierto.
Elena Firsova nació en Leningrado, en 1950. Estudió música en Moscú
con Alexander Pirumov , Yuri Kholopov , Edison Denisov y Philip Herschkowitz .
En 1979 Firsova no se libró entrar, como Gubaidulina, en la lista negra de
Khrennikov, lista en la que también se encontraba su marido, el compositor
Dimitri Smirnov. El influyente Khrennikov
definió la música vanguardista de este grupo como: "Música sin
sentido, barro ruidoso en lugar de verdadera innovación musical".
Elena Firsova ha compuesto más de
cien obras de diferentes géneros, incluyendo la ópera de cámara "El ruiseñor y la rosa", sobre
la obra de Oscar Wilde y Christina Rossetti, y el "Requiem por Anna Akhmatova". Su género favorito es la cantata
para soprano, coro y orquesta. Muchas de sus obras están compuestas sobre
poemas de Alexander Pushkin, Marina Tsvetaeva, Boris Pasternak y Oleg
Prokofiev.