sábado, 25 de enero de 2014

La literatura erótica

Alphonse Mucha, 1889

La literatura erótica es tan antigua como la escritura y su popularidad va por ciclos, como casi cualquier otra cosa en la historia de la humanidad. Ahora, la literatura que se vende mejor, los Best Sellers, se concentra de nuevo en los relatos de alto contenido sexual. No hace falta que les diga que hay dos formas de utilizar el sexo en una novela: como objetivo y como referencia. Si las descripciones sexuales son solo referencias, más o menos explícitas, y se utilizan para matizar o enfatizar el comportamiento de los personajes, no se puede hablar de literatura erótica. Dos novelas de este estilo serían, por ejemplo,  El amante de Lady Chatterley, de D. H. Lawrence, y Lolita, de Nabokov. Cuando el sexo es el objetivo, es decir, cuando la trama de una novela se basa exclusivamente en lo erótico, como ocurre con la moda actual, el nivel literario decae.


No digo que este género no tenga una utilidad emocional momentánea o incluso de iniciación para adolescentes, pero se agota en si mismo, porque los actos que constituyen el retozo carnal, por mucha imaginación que se ponga, son necesariamente limitados. Y si estos actos practicados "en vivo" son eternos y saludables, leídos conducen al hastío, ya que cada nuevo libro contiene casi idénticas descripciones que el anterior. No obstante, aunque sea por ciclos, estos libros triunfan y se venden como rosquillas, así que a lo mejor se me escapa algo.