martes, 25 de febrero de 2014

Hora punta


Foto modificada. Fuente: Google

Los enamoramientos

Empezaré por decir que la novela Corazón tan blanco, de Javier Marías, me pareció innovadora y disfruté leyéndola. Luego he leído algunas cosas cortas de este escritor y he empezado alguna novela que, honestamente, no he podido terminar. Hace unas semanas se publicaba la noticia de que Javier Marías era finalista al premio de la crítica en Estados Unidos por su novela Los Enamoramientos. De antemano felicito al escritor y espero que gane. Y si no gana, lo felicito igualmente por figurar en esa lista. No obstante, en su día leí esa novela y no me gustó.

Lo que me asombra de Javier Marías es las pasiones antagónicas que suscita: o se le ama o se le detesta. ¿Cómo es posible que lectores bien formados, generalmente cultos y objetivos, españoles o extranjeros, puedan tener opiniones tan contradictorias sobre este autor? Yo no creo estar en ninguno de los dos extremos, pero la novela Los Enamoramientos, que empecé a leer con ilusión, me pareció aburrida y mal redactada; sus personajes retóricos y plomizos; sus digresiones filosóficas  vacías y llenas de obviedades; el ritmo narrativo inexistente y el lenguaje inapropiado. Marías construye su novela sobre un asunto interesante y actual: cómo se diluye la responsabilidad moral de un crimen cuando se comete a través de dos o más intermediarios. La idea es buena, su desarrollo defectuoso. Impregna todo el relato una reflexión rancia, como de otro tiempo, que alcanza también a los personajes y los hace dialogar y comportarse desfasados con respecto al momento presente.

Esta es mi humilde opinión. Sin embargo el libro tuvo un gran éxito comercial y de la crítica, y ahora ha sido nominada para un premio en EEUU. ¿Estaré totalmente equivocado y soy incapaz de comprender que Marías es un genio?


Nota: En un artículo reciente Marías vuelve a la carga con las descargas gratuitas de sus libros, que al parecer  van en aumento en "este país chorizo", y además se queja de que los derechos de autor caduquen a los 70 años de la publicación de un libro. A los que afirman que la cultura debería ser universal y gratuita, los machaca diciendo que si los estados satisficieran esa demanda "el mundo sería hoy mucho más ignorante, más pobre, más triste y más lerdo". 

lunes, 24 de febrero de 2014

Vasijas


Pagliacci

"He aquí el tinglado de la antigua farsa". Así comenzaba la comedia de Jacinto Benavente "Los Intereses creados". Frase muy aplicable la farsa televisiva con que ayer, en su programa de La 6ª, nos amenizó la velada el periodista Jordi Évole, en la cual, además de tinglado y farsa, tal vez también hubo intereses  creados. El señor Évole nos ofreció su particular versión de "Expediente X" (recuerden que al final de cada capítulo de esta serie, a uno no le quedaba claro si lo que ocurría era real o fantasía) aplicada a los sucesos del 23F, en la que en lugar de alienígenas aparecían periodistas, ex diputados, directores de cine y agentes de la CIA. En un final de cámara oculta (en el que todo el mundo se ríe) los actores y el propio Évole revelaban que la profunda moraleja de la farsa era demostrar lo fácil que es engañar al respetable. Para ese viaje no hacían falta alforjas, ya que el ciudadano sabe a la perfección que a diario es engañado de manera persistente por los jerifaltes de turno. Los cómicos dejaban entrever, después de las risas, que habían contado mentiras pero que también había verdades a medias, o mentiras casi verdaderas y les faltó poco para citar a Campoamor: "En este mundo traidor nada es verdad ni es mentira...etcétera".


Pero miren ustedes, yo ni me molesté ni me desilusioné con el programa, y me importó un bledo seguir sin saber la solución del sudoku. Ahora bien, ¿para qué se montó esta farsa? Eso me intriga más que el 23F propiamente dicho. ¿Hubo realmente intereses creados? Como dicen en las novelas policíacas, ¿a quién beneficia este crimen  (perdón, esperpento)? ¿Se trataba de fortalecer la figura del Rey-vano empeño- en estos aciagos momentos? ¿O bien se quiso demostrar que el golpe de estado -real, ficticio, lisérgico- de Tejero & co. fortaleció la incipiente democracia española? (Espero que no se refirieran a la pseudo democracia que ahora nos enfanga) O bueno, quién sabe si no fue un proyecto oscuro de Las Eléctricas (eléctricas, oscuro, ¿se dan cuenta?) que ahora mandan más que nadie. Porque, a decir verdad, la comedieta no era del todo original. Basta leer la página de Wikipedia en inglés, sobre el 23F, para comprobar que la hipótesis del falso golpe de estado ya se había insinuado hace tiempo. Y decir que los EEUU lo sabían todo, es poco decir, porque por saber, ese país conoce hasta  la talla de camisas del ministro Wert, por poner un ejemplo. Habrá que esperar a que Mulder y Scully nos resuelvan algún día nuestro particular Expediente X

domingo, 23 de febrero de 2014

Puerta al fondo


El honor

El honor es un concepto abstracto y subjetivo difícil de definir. Los diccionarios hablan de "Cualidad moral que lleva al cumplimiento de los propios deberes respecto del prójimo y de uno mismo". Definición insuficiente, a mi juicio,  ya que la moral es en sí misma ambigua y cambiante. Creo que lo más cercano al honor puede ser la dignidad, acaso porque la dignidad es un sentimiento instintivo que no se atiene a normas ni a deberes. Es más fácil entender lo que son el deshonor y la indignidad, por lo que suponen de agresión a uno mismo.

Cien años después de la Primera Guerra Mundial, los historiadores nos hablan del deshonor de los oficiales de ambos bandos:  "Con la única excepción de la joven oficialidad británica, las bajas de esos años revelan una completa ausencia de oficiales en combate. Mientras, la tropa era diezmada". (Gabriel Albiac, ABC). Según Eric Hobsbawn en su Historia del siglo XX  "los únicos oficiales que cayeron en las trincheras del 14 fueron los británicos. Gran Bretaña perdió una generación, medio millón de hombres, en su mayor parte de las capas altas, cuyos jóvenes, obligados a dar ejemplo en su condición de oficiales, avanzaban al frente de sus hombres y eran, por tanto, los primeros en caer". Esto es honor o dignidad, o ambas cosas. Albiac recuerda a Freud, quien en los juicios de postguerra (a los vencidos, claro está, nadie juzgó a los vencedores) describe el trato que recibían los heridos: "Se trataba de que en el hospital sufrieran más que en el frente, para que así pidieran retornar al combate". ¿Tendrán que cumplirse otros cien años para que se conozca el deshonor de la Segunda Guerra Mundial?

Ahora no hay guerra, pero sí deshonor. ¿No os recuerda este relato lo que está ocurriendo en este momento? ¿Quién está  pagando el tremendo precio económico de esta crisis? Otra vez los oficiales no están sufriendo bajas, muy al contrario, están aprovechando la crisis para aumentar su poder.

El deshonor sigue siendo la lacra de la clase dirigente de esta vieja Europa.

jueves, 20 de febrero de 2014

Marsella. El Mistral (Fotografía de Rafael Valle)


La verdadera historia de Unchained Melody



Todd Duncan fue un barítono afro-americano, con formación musical clásica, que interpretó numerosas óperas en los años 30 y 40. Fue la opción personal del compositor George Gershwin para el papel principal en el estreno de su ópera Porgy and Bess en 1935. También actuó en varias películas en papeles secundarios. Una de ellas fue "Unchained", en 1955, un film carcelario de serie B que casi nadie recuerda. La banda sonora incluía una canción compuesta por Alex North y Hy Zaret que titularon "Unchained melody". En la película, Todd Duncan cantaba una versión abreviada de la canción. Lo que no podían imaginar los compositores y el interprete es que "Unchained melody" llegaría a convertirse en una de las canciones más populares del siglo XX. Se considera que existen más de 500 versiones de esta melodía, en 100 idiomas diferentes. La revista Rolling Stones la incluye entre las 500 mejores canciones de todos los tiempos. Ese mismo año, 1955, fue nominada al Oscar a la mejor canción, en la versión original de Todd Duncan, aunque no ganó. El Oscar fue para "Love is a many splendored thing", agradable balada perdida en el olvido.

En la década de los 50 se realizaron numerosas grabaciones de "Unchained melody" por diferentes artistas, algunos tan famosos como Harry Belafonte y Gene Vincent, que alcanzaron los primeros puestos en las listas de éxitos. Con el tiempo decayó su popularidad, pero inesperadamente, en 1965, "Unchained melody" saltó de nuevo a la fama en una versión producida por Phil Spector e interpretada por los Righteous Brothers. (Curiosamente era la cara B de un disco cuyo tema principal era "Hang on you"). Esta versión, que es la más conocida de todas las épocas, fue utilizada en la película "Ghost", en 1990, lo que supuso un relanzamiento de la canción. (Los jóvenes de los 90 no hablaban de "Unchained melody", sino de la música de "Ghost"). En 2005 Cyndy Lauper fue nominada para un Grammy por su interpretación de esta canción.

Uno se pregunta por qué algunas músicas (o películas) permanecen inmunes al paso del tiempo. La respuesta sencilla es: porque son buenas. Pero eso no es suficiente: hemos conocido grandes películas y canciones, insuperables en su momento, que han envejecido mal, y su escucha o contemplación en el tiempo presente solo pueden obedecer a la nostalgia. Las canciones como "Unchained melody" tienen ese algo más que no sabemos lo que es, y que probablemente también ignoraban sus creadores.

Como la versión de los Righteous Brothers la tiene casi todo el mundo y se escucha con frecuencia en los Centros Comerciales, les ofrezco la secuencia original de la película "Unchained", cantada por Todd Duncan.








lunes, 17 de febrero de 2014

Adan y Eva, Suzanne Valadon, 1909


Suzanne se pintó a ella misma como Eva y a su joven amante André Utter como Adan . La sociedad le obligó a cubrir con unas hojas el sexo de André.

El retrato de Erik Satie

Portrait de Suzanne Valadon. Henri de Toulouse-Lautrec (1888)
Hay personas que aman una sola vez en su vida; otras cada día tienen un nuevo amor. A veces estos seres distintos se encuentran, se aman una noche y luego se separan, pero ese momento mágico queda para siempre en la memoria.

Suzanne Valadon, en realidad Marie-Clémentine Valade, nació el 23 de septiembre de 1867 en Bessines-sur-Gartempe (Haute-Vienne). Su madre era lavandera y desde niña Marie quiso ser acróbata, pero una caída se lo impidió. Era una mujer hermosa y decidió ser modelo. Se instaló en Montmartre y posó para pintores famosos  como Degas, Renoir o Toulouse-Lautrec. Este último le dijo: “Tú, que posas desnuda para los viejos bajo el nombre de Marie, deberías darte a conocer como Suzanne” Fue amante de varios pintores y tuvo un hijo de soltera, que sería el famoso pintor Marice Utrillo. Aprendió a pintar y sus autorretratos y desnudos fueron muy populares.  


Adan y Eva. Suzanne Valadon.1909.
En 1893 Suzanne conoció al compositor Erik Satie, que entonces tenía 28 años, un hombre meticuloso que se relacionaba mal con la gente, con un temperamento aparentemente opuesto al de Suzanne. Sin embargo una chispa saltó entre ellos y comenzaron un idilio. Debió ser tan intenso el hechizo que ella despertó en el músico, que Satie le propuso matrimonio a la mañana siguiente de su  primera noche de amor. Sobre ella escribió: "Su ser completo, ojos encantadores, gentiles manos y pequeños pies". Pero todo era fugaz en la vida de Marie y el romance solo duró seis meses. Para ella quizá fue solo un amante más, para Satie fue su único amor. No se conoce que tuviera otra relación íntima con una mujer en toda su vida. Se sintió desolado y dejó escrito que sin ella todo era  "rien à part une froide solitude qui remplit la têtese avec du vide et le cœur avec de la peine " (nada aparte de una fría soledad que llena la cabeza de vacío y el corazón de pena).

Suzanne Valadon - Portrait d'Erik Satie. 1893.

Erik Satie fue un compositor genial que cambió el rumbo de la música. Se le considera precursor del minimalismo y de la música impresionista, junto a Debussy y Ravel. Su vida fue solitaria, con cambios bruscos de orientación, muy diferente a la de Suzanne Valadon que siempre escandalizó a la sociedad de su época. Cuando tenía 44 años se casó con André Utter, un amigo de su hijo que tenía 23.

A la muerte de Satie, sus amigos encontraron en su habitación- en la que no había entrado nadie nunca- un desconocido retrato del compositor pintado por Suzanne  y una composición musical inédita, "Vexations", fechada en la época de su romance.  

 "Vexations", si se interpreta íntegra, dura más de 9 horas, por lo que generalmente solo se interpretan fragmentos. Dada la duración y el tipo de armonías, muy bien pudo haber inspirado, muchos años después, la obra del compositor americano Morton Feldman.

A continuación una aceptable versión de la "Gnossienne nº 1" a cargo del histriónico pianista chino Lang Lang.













viernes, 14 de febrero de 2014

Barcos


Como hoy hablamos de adaptaciones, esta es mi visión de un cuadro de Derain.

Rompa usted su disco



Está de moda André Rieu, un violinista, director de orquesta y showman holandés que suele actuar en estadios, plazas públicas y grandes recintos. Su repertorio es muy extenso, va desde el pop a la música clásica, todo ello interpretado con su peculiar estilo festivo-grandilocuente. El éxito de sus shows es incuestionable y solo en You Tube tiene más de 800.000 entradas. Dicho esto, tengo que proclamar que a mí, André Rieu, no me gusta nada: sus vídeos me producen una incomodidad creciente y rara vez los veo/escucho completos. Esto ocurre sobre todo con sus versiones de composiciones clásicas.

Sus defensores esgrimen el argumento, muy antiguo por cierto, de que de esta forma Rieu populariza la música clásica, que de otro modo estaría reservada a las clases de élite o acomodadas. Nada más falso, al menos en lo que a mí respecta, que no soy ni élite ni acomodado. No me molestan las adaptaciones de temas clásicos si están bien hechas. Chet Baker hacía con su enigmática trompeta una maravillosa recreación del Andante cantabile de la 5ª Sinfonía de Tchaikovsky.



 Y las versiones jazzísticas de Jacques Loussier y los Swingle Singers sobre temas de Bach son extraordinarias. 





Se cuenta que Igor Stravinsky asistió a una jam session de Charlie Parker, quien al reconocer al músico y sin interrumpir el tema que estaba tocando, inició una variación de La Consagración de la Primavera que dejó fascinado al compositor. La llamada música clásica no está constreñida a unas determinadas liturgias y se puede adaptar a formas no ortodoxas siempre que se conserve el buen gusto.


El estilo verbenero empezó España con el argentino Waldo de los Ríos, que introdujo una monótona y ramplona percusión en el 4º movimiento de la 9ª sinfonía de Beethoven y en la sinfonía 40 de Mozart, para convertirlas en piezas bailables. Tuvo un éxito rotundo. Su seguidor fue Luis Cobos, otro triunfador, que continuó añadiendo ritmos verbeneros a la música clásica y a la zarzuela. Ahora parece que es André Rieu, a nivel mundial, el gran preboste de este tipo de espectáculo. Bueno, pues me alegro por él y sus seguidores, pero desde este modesto blog afirmo que con don André no disfruto nada.

Cuando yo era niño había un programa de radio que se llamaba Rompa usted su disco. Cada día acudía una persona a la emisora y manifestaba qué canción le parecía insoportable. El locutor le entregaba un martillo, el oyente pulverizaba el disco correspondiente y se iba tan feliz. Como eran discos de baquelita, de 78 rpm, se rompían con facilidad. Ahora no hay forma de repetir la hazaña porque no va a asaltar uno You Tube con un martillo. Pero siempre puede uno negarse a escucharlos.




jueves, 13 de febrero de 2014

Criatura delicada, dibujo de Mónica López


Stand by me

Hay momentos, muy pocos, en los que uno llega a pensar que el ser humano no se ha desprendido por completo del altruismo y la solidaridad. Estas ideas fugaces proporcionan un instante de bienestar comparable al que uno puede experimentar escuchando el adagio del Quinteto para cuerdas en Do mayor, de Franz Schubert, o al contemplar un atardecer de Monet. El video de hoy me produce un efecto similar y aunque el montaje tenga un sustrato comercial, prefiero ignorarlo e imaginar que la hermandad que sugiere no es ficticia.


"Stand by me" es una canción de King, Leiber y Stoller, de 1961, que cantaba Ben E. King.

martes, 11 de febrero de 2014

Amanecer


Una tradición

"Lo importante es que hablen de ti, aunque sea mal", dice un viejo aforismo. Yo creo que el ministro Wert ha sido fiel a esta recomendación desde que subió al púlpito. Oigan,  no es fácil ser el ministro peor valorado en todas las encuestas del CIS. Fíjense que  incluso le gana por la mano a Gallardón, el ministro Harakiri. En reñida competición, eso sí. Está claro que si Wert hubiera asistido a la gala de los Goya no hubiera cosechado el alud de comentarios, en directo y en diferido, que ha suscitado su ausencia. Hombre, el que los comentarios sean desfavorables yo creo que le da un poco lo mismo, porque es un todo  terreno y ya está hecho a todo. Ya me dirán, después de la que montado en Cultura y Educación, lo de los Goya es una filfa. Hasta es posible que haya echado de menos las ironías y los abucheos consustanciales con la gala. Y es que desde el "No a la Guerra" de 2003 (que si no me equivoco le tocó a la ministra Pilar del Castillo), hablarle de los Goya a un ministro de Cultura es como mentarle a la bicha. Pero ya digo, este hombre es inasequible al desaliento y el año próximo conseguirá ser ubicuo, o sea estar en dos sitios a la vez.

En España tenemos una tradición muy consolidada de ministros extravagantes, fuente inagotable de rechifla popular. Empezando por aquel ministro franquista de Educación, don Julio Rodríguez, que quiso implantar una demencial reforma del calendario escolar, el llamado Calendario Juliano. Recuerden también al esforzado ministro de Asuntos Exteriores, don Fernando Moran, que acaparó todos los chistes del momento, y a la ministra de Igualdad, doña Bibiana Aido, y su famosa perla "miembros y miembras". Sin olvidar a doña Esperanza Aguirre, que hoy mismo ha dicho justificando a Wert que "los actores no son lo más importante de su cartera", ella, que cuando fue ministra de Cultura no sabía que "Airbag" era una película española.


Todos estos singulares personajes quizá cumplen con las labores asignadas antaño a los bufones de la corte, dicho sea con todo respeto a tan importantes personajes inmortalizados por grandes pintores. Lastima que el desfase cronológico impida que Velazquez haya podido añadir a su esplendida colección los bufones actuales.

domingo, 9 de febrero de 2014

Puerta azul


Los perros

Le he comentado a mi Espíritu que los perros fomentan la interacción social de manera muy notable. Si usted está paseando por la calle y se cruza con un desconocido y sin más preámbulos le dice: "Vaya frío que hace hoy", lo más probable es que el desconocido crea que está loco o borracho y, sin contestarle, siga su camino. Y si la misma escena se produce de noche, en una calle mal alumbrada, el individuo acelerará el paso pensando que le van a robar. Pero si tanto usted como el desconocido están paseando a sus canes, lo más seguro es que el otro responda: " Sí, no hay quien lo aguante", y luego intercambien algunas frases más. Todo gracias a los perros.

Estos animales interactúan de una manera sencilla. Si se cruzan dos machos alfa se estudiarán a una cierta distancia, se les erizará el lomo y probablemente hagan un simulacro de acometida, acompañado de ladridos, que obligará a sus dueños a sujetarlos con las respectivas correas.  Si uno de los dos perros no es dominante o es un cachorro, o si son macho y hembra, el encuentro se resolverá en olfateos mutuos, gran agitación de rabos y en algún caso con invitación al juego. Mientras se producen estos rituales, los dos humanos sonreirán, hablaran de perros, del tiempo o de cualquier otra cosa y se despedirán amistosamente. Quién sabe si estas situaciones no pueden ser el comienzo de una hermosa amistad.


Estoy de acuerdo, me ha contestado el Espíritu, y sería recomendable que los políticos fueran al Congreso con sus mascotas para evitar esos agrios e inútiles enfrentamientos. Por ejemplo, el Sr. Rajoy y el Sr. Rubalcaba, mientras sus perros interactúan, conservarían la sonrisa y hablarían de futbol, y luego se sentarían en el escaño más relajados. Otro ejemplo sería una entrevista entre el Presidente del Gobierno y el Sr. Artur Mas, ya que éste último llevaría un perro catalán que se entendería a la perfección con el perro castellano del Sr. Rajoy, sin necesidad de inmersión lingüística. Tenemos mucho que aprender de los animales.

La canción de hoy está dedicada a mis nietos Luna y Samuel.


miércoles, 5 de febrero de 2014

Sin título (sobre un cuadro de Richard Tuff)


Recordando a José Guardiola

José Guardiola fue un cantante catalán de mi generación. He revisado en You Tube algunas de sus canciones con un cierto temor, porque el tiempo hace estragos en los recuerdos de juventud. Sorprendentemente Guardiola no me ha decepcionado. Era un barítono lírico, de voz cálida y pastosa, que cantaba con gusto la música pop de los años 50 y 60. Lo único que se encuentra ahora en la red son sus covers de éxitos americanos, que fue por lo que destacó. Era de familia humilde, pero muy musical. Él tocaba el violín, su hermano la trompeta y su hermana el piano. Otras fuentes dicen que Guardiola tocaba el saxo tenor, y deben estar en lo cierto porque en 1948 se integró en un conjunto de jazz llamado "Crazy Boys", en el que tocaba un desconocido joven llamado Tete Montoliu.

El éxito le llegó por una versión en español de “Sixteen Tons”, la balada de Merle Travis que consagró  el barítono country Tennessee Ernie Ford. La letra en español era espeluznante, pero entonces nos tragábamos cualquier cosa. La cuestión es que Guardiola alcanzaba unas notas graves muy notables, cosa insólita en el paupérrimo panorama musical español, y su voz sonaba bien timbrada y con volumen. Había abandonado el comedimiento cursi y la nasalidad de nuestros cantantes y se había lanzado sin miedo a emular las voces graves de los yanquis. Hay que decir que en aquella época los bajos estaban muy de moda, y todo cuarteto doo wap que se preciase integraba un bajo de voz cavernosa. Tuvo bastante éxito, aunque en 1963 se equivocó al participar en Eurovisión con una de esas detestables canciones que infatigablemente seleccionamos, año tras año, para hacer el ridículo en los foros europeos.


Escuchado ahora, me ha parecido un cantante desaprovechado, porque su voz recuerda a los crooners de su época: Al Martino, Matt Monroe, etc. No había entonces en Europa muchas voces de esa tesitura en la música pop. Escuchen su versión de "Sixteen Tons" y ya digo, no se fijen mucho en la letra.


sábado, 1 de febrero de 2014

Mar de sueños


Conversaciones con el espíritu

Me han asegurado que no estoy loco, que no padezco esquizofrenia ni ningún tipo de trastorno bipolar. Yo no estoy tan seguro. Soy médico y entiendo un poco de estas cosas. Oír voces no es normal y yo oigo voces. Mejor dicho, oigo una voz con la que puedo dialogar. Esto también es raro, porque los locos oyen voces, pero, que yo sepa, no son capaces de mantener una conversación distendida con quien les habla. Al principio me preocupé, como es lógico, y consulté con psiquiatras y neurólogos y me hicieron toda clase de pruebas y tests. Nada, todo normal. ¿Entonces por qué oigo voces? Sonrisas inciertas, gestos ambiguos, encogimiento de hombros: no te preocupes, a veces se pueden tener alucinaciones sin patología de base, son cosas transitorias, el estrés, la tensión... O sea, nada, ni la menor idea.

Luego reflexioné sobre mi interlocutor invisible: la voz que yo oigo no es compulsiva, ni me ordena hacer cosas antisociales o extravagantes, como les ocurre a los esquizofrénicos; tampoco me atormenta, ni cambia mi personalidad. Eso me tranquilizó un poco. Si tengo alucinaciones auditivas, pero no me angustian, ni me quitan el sueño, ni alteran mi forma de vida... en fin, es como el que tiene acúfenos, ruidos en el oído, son molestos pero no graves. Aunque claro, nadie habla con sus acúfenos, así que la comparación no es muy exacta. Hablamos de cualquier cosa y suelo ser yo quien inicia el diálogo, él es bastante pasivo. Y digo él por decir algo, porque no sé si la voz es femenina o masculina. Él dice que es un espíritu, lo cual es absurdo porque yo no creo en espíritus. Se lo dije el primer día: mira, yo soy una persona racional, soy agnóstico, escéptico, no creo en nada inmaterial o sobrenatural, así que no creo que haya espíritus por ahí flotando, susurrándole cosas a la gente. Bueno, me contestó, piensa lo que quieras. Yo no te obligo a nada. Yo creo que soy un espíritu, pero si tú crees que los espíritus no existen yo no te voy a contradecir. Puede que tengas razón. Ya ven que no es un espíritu maligno, es más bien pasivo y considerado.


Por cierto, a falta de un nombre mejor, me referiré a él como el espíritu, pero solo a modo de licencia literaria, no porque me haya convencido de que es un alma en pena. Ya  les contaré más cosas.