viernes, 30 de marzo de 2018

El sexo prohibido


Siempre me he hecho una pregunta: ¿por qué la mujer es el único mamífero que no tiene celo? Si la mujer y el hombre pueden hacer el amor en cualquier momento, este acto, en los humanos, solo está parcialmente relacionado con la reproducción, al contrario que en los demás mamíferos. Esto contradice la evolución darwiniana y la biología en general, o por lo menos constituye una intrigante excepción. 

Pero si contradice a Darwin, no digamos a los mandatos religiosos derivados del judaísmo, que como todo el mundo sabe condenan el sexo no reproductivo. Podríamos preguntarnos si esta capacidad amatoria está evolutivamente relacionada con la superior inteligencia de la especie humana, como si la evolución premiara esta superioridad con una placentera sexualidad continuada, en vez estar limitada a los periodos de celo como en los demás mamíferos. Como la evolución no da premios y sus mecanismos, según la síntesis evolutiva moderna, son la adaptación y la especiación, seguimos ignorando si existe una explicación antropológica a esta peculiaridad de la hembra humana.

Pero existe una excepción. Resulta que las hembras de los bonobos, o chimpancés enanos, a diferencia de de sus primas mayores, no tienen periodos de celo, es decir, son receptivas sexualmente en todo momento. Lo cual nos lleva a la sorprendente conclusión de que los bonobos deben tener la misma  o semejante conducta sexual que los humanos. Un golpe bajo para los humanistas fanáticos.

"Las relaciones sexuales en las sociedades de bonobos, son usadas como saludo, como método de resolución de conflictos, como medio de reconciliación y como forma de pago mediante favores, tanto de machos como de hembras, a cambio de comida", sostiene el primatólogo Franz de Waal. Así que, además de para pasárselo bien, estos chimpancés utilizan el sexo para mejorar sus relaciones sociales. Interesante. De Waal continúa: "Los bonobos son los únicos primates (aparte de los humanos) que han sido observados realizando todas las actividades sexuales siguientes: sexo genital cara a cara (principalmente hembra con hembra, seguido en frecuencia por el coito hembra-macho y las frotaciones macho-macho), besos con lengua y sexo oral.  Cuando los bonobos encuentran una nueva fuente de comida o lugar de alimentación, la excitación general suele desembocar en una actividad sexual en grupo, sobre todo entre las hembras, presumiblemente descargando la tensión de los participantes y permitiendo una alimentación pacífica". Al margen de su actividad sexual, el bonobo es de las especies más pacíficas y no agresivas de mamíferos que hoy día viven en la tierra; es capaz de manifestar altruismo, compasión, empatía, amabilidad, paciencia y sensibilidad.

Ante este fenómeno de la naturaleza, ¿me quieren explicar para qué valen nuestras leyes, nuestros dogmas religiosos, nuestros códigos morales y éticos, nuestro dictamen sobre las perversiones sexuales y nuestra presunción de respetar los derechos humanos? 

En mi opinión las religiones, la literatura, las personas e incluso la ciencia manejan los conceptos de sexo y amor de manera confusa. El instinto sexual tiene una entidad real, forma parte de nuestro ADN; el amor no. ¿Estoy afirmando que todo es sexo? En absoluto. El sexo es biológico, el amor es una emoción que se transforma en sentimiento. El neurocientífico Antonio Damasio distingue entre emociones y sentimientos. Las emociones se localizan en el cerebro inconsciente, por lo que, unas veces más y otras menos, escapan a nuestro control. Pero una emoción, si es procesada por nuestra conciencia, lo cual es un proceso lento, puede transformarse en sentimiento sin dejar de ser emoción. De esta manera, un sentimiento, el amor por ejemplo, se percibe como una plenitud intelectual y al mismo tiempo como una emoción física, que es la atracción sexual. Esto no ocurre siempre, hay casos en los que el sexo predomina sobre un posible sentimiento que a lo mejor ni llega a existir. Otras veces la atracción intelectual no está originada por la emoción sexual, sino por una serie de afinidades ajenas al sexo; en este caso es mejor hablar de amistad. O bien pueden producirse situaciones ambiguas en las que una persona no sepa exactamente lo que está sintiendo. 

Las preferencias sexuales entre hombres y mujeres son biológicas en lo referente al instinto reproductivo; pero no en cuanto al placer físico e intelectual que puede proporcionar el sexo. Ser gay o lesbiana son los extremos de una serie de posiciones intermedias en las que se agrupan la mayoría de las personas. Las diferentes secreciones hormonales entre hombre y mujer están evolutivamente encaminadas a facilitar la reproducción, pero no influyen para nada en la satisfacción placentera del sexo. Convertir el sexo en algo prohibido, si no conduce a la reproducción, no es solo responsabilidad de las religiones, sino también determinados códigos morales laicos, más o menos estrictos según la época. 

A esos moralistas, el sexo entre animales, como el de los bonobos, no les preocupa, porque los consideran una especie inferior. Quizá la evolución eliminó el celo femenino en los humanos solo para ver si éramos capaces de disfrutar del sexo con la misma naturalidad que estos encantadores simios.