lunes, 11 de noviembre de 2019

La prodigiosa Alma



Los niños prodigio o superdotados me ponen un poco nervioso. Me desconciertan porque pienso que el desarrollo de la capacidad intelectual o creativa de las personas requiere un aprendizaje, un tiempo para percibir y sentir el mundo que nos rodea. Esto es lo normal. No obstante, hay numerosos ejemplos de niños que brillan precozmente en las matemáticas, en la música, en el arte interpretativo o en el ajedrez.

Tal vez estos infantes han recibido una misteriosa ciencia infusa o su cerebro es más maduro que el correspondiente a su edad. Pero también es cierto que no todos estos extraños niños alcanzan la madurez siendo superdotados; por una u otra razón algunos dejan de ser prodigiosos al abandonar la infancia y todo queda en un agridulce recuerdo. En el cine pasa mucho. Siempre me he preguntado si en realidad a estos niños se los valora por ser auténticos genios o solo porque son niños con una inusitada habilidad.

Alma Elizabeth Deutscher tiene ahora 14 años y es una niña prodigio. Comenzó a tocar el piano a los dos años, el violín a los tres, a los cuatro improvisaba en el piano y a los cinco ya escribía sus propias composiciones. A los seis años compuso su primera sonata para piano. A los siete completó una ópera corta, “The Sweeper of Dreams” . A los nueve años escribió un concierto para violín y orquesta y a los diez escribió su primera ópera de larga duración, Cenicienta , que se estrenó en Viena en 2016 bajo el patrocinio del director Zubin Mehta . A los doce años, Alma estrenó su primer concierto para piano. Esta niña asombrosa nació en Hampshire, Inglaterra, en. Es hija de la profesora de literatura Janie Steen y del lingüista israelí Guy Deutscher. Vayan conociéndola en el siguiente vídeo, que está grabado en 2015, o sea cuando la niña tenía 10 años.


Naturalmente este fenómeno ha desencadenado un revuelo mediático colosal que todavía sigue. Acosada por los periodistas, Alma responde con espontaneidad, como una niña de su edad: “Cuando trato de componer una melodía, nunca se me ocurre nada. Por lo general, esto ocurre cuando estoy descansando o cuando estoy sentada al piano improvisando, o cuando estoy saltando con mi comba. O incluso cuando estoy tratando de hacer otra cosa, cuando alguien me está hablando o estoy tratando de hacer algo, entonces, de pronto, escucho una hermosa melodía ". Ahora escuchen su concierto para piano y orquesta:


Habrán podido comprobar que la música de Alma Deutscher es muy melódica y furiosamente neoclásica. Sin saber el nombre del compositor, uno podría pensar fácilmente que estaba oyendo a un discípulo de Haydn o, todo lo más, a alguien de la época de Mendelssohn o Grieg. Lo cual plantea la cuestión sobre si lo que compone Alma es tan poco actual porque voluntariamente ella lo escribe así, o porque en cierto modo no deja de ser una música infantil y lo que estamos escuchando sea únicamente una dulzona e inconsistente niñería.

Algunos expertos han comentado este aspecto y le han dicho a Alma que no debería componer bellas melodías en el siglo XXI, porque la música actual debe reflejar la complejidad y la fealdad del mundo moderno. Otros más contundentes han dicho que la música melódica es inapropiada y arcaica en estos tiempos. La joven compositora ha respondido: "Quiero que mi música sea tomada en serio, aunque sé que a veces es un poco difícil para la gente tomarme en serio porque solo soy una niña . Creo que estas personas se confunden un poco. Si el mundo es tan feo, ¿hay que hacerlo aún más feo con música fea?". "Mucha gente me ha estado diciendo que si quiero crecer, tengo que componer música que refleje los problemas del mundo moderno. Pero yo no quiero hacer eso. Quiero componer música que me parezca hermosa ".

Así que ya lo ven, Alma es consciente de lo que quiere hacer. Como es lógico tendrá admiradores y detractores. Ahora ella es feliz componiendo melodías y tampoco sabemos si su música cambiará con el paso de los años. Ciertamente su música es un poco vintage, pero a mí me ha gustado mucho.

Para terminar escuchen cómo interpreta a Mozart.


viernes, 25 de octubre de 2019

El discípulo de Sibelius

Finlandia. Aksel Gallen-Kallela

Me gusta descubrir compositores desconocidos. No es nada difícil porque en conciertos y grabaciones solo se suele contar con compositores reconocidos. Es lo que llamamos “el repertorio”, que viene a ser un 15% de la música que se escribe. En esta búsqueda pasa lo mismo que en los libros: un gran porcentaje de los desconocidos carecen de interés. Pero de vez en cuando uno encuentra una perla, que por diversas vicisitudes no alcanzó la fama merecida. (A mi juicio, claro).

Mi más reciente hallazgo es el finlandés Toivo Kuula (1883-1918). Ya ven que su vida fue corta, luego explico por qué. Kuula fue el discípulo favorito de Jean Sibelius y, como la de su maestro, su música se inscribe en el romanticismo tardío con pinceladas de modernismo. A pesar de su juventud escribió un gran número de obras, de las que hoy apenas hay cuatro o cinco grabadas. Era un hombre muy activo en la política, entregado al nacionalismo finlandés, y también, como su maestro, muy bebedor y aficionado a frecuentar tabernas. En uno de estos lugares mantuvo una violenta disputa con un adversario político, el cual, tan borracho como el compositor, desenfundó un revolver y le mató de un disparó en la cabeza. 

Un músico sueco dijo: “La música de Kuula toca con fuerza partes del espíritu humano, que hacen que uno se vea obligado a examinarse a fondo”.  




miércoles, 3 de julio de 2019

Solo es Rock and Roll. II


El escritor británico Nike Cohn describía así el rock and roll: “Las letras eran casi inexistentes (…) constituían una especie de código teen, casi un lenguaje cifrado, que hacía del rock algo totalmente incomprensible para los adultos”. Esta música produjo por primera vez el fenómeno de adolescentes gritando como locos en un proceso de histeria colectiva. Mientras tanto sus ídolos aullaban y se descoyuntaban en los escenarios.

Sam Philips, el dueño de Sun Records, había dicho: “Si pudiera encontrar a un blanco que tuviera un sonido negro y un sentimiento negro, podría hacer mil millones de dólares”. Ese blanco fue Elvis Presley. Los primeros discos que grabó con Sun Records eran auténtico rock and roll, su voz era un cuchillo afilado y las guitarras eléctricas sonaban con un reconfortante estrépito. Enseguida fue contratado por la discográfica RCA, con la cual grabó la mayoría de sus éxitos, pero las guitarras eran ya menos salvajes y a veces le añadían un cuarteto coral (maldita la falta que le hacían los coros a un rock and roll). No obstante, Elvis seguía teniendo una fuerza incontenible y eclipsó casi por completo a otros roqueros de raza como Little Richard, Chuck Berry o Jerry Lee Lewis. 




Little Richard era del sur y procedía de una familia muy pobre. Durante su adolescencia cantaba en coros religiosos y con sus amigos tocaba el piano y cantaba R&B. Tenía una voz estridente, como el chirrido de una motosierra oxidada, y se movía como si tuviera un ataque epiléptico. A los veinte años grabó Tutti Frutti, una composición suya, y vendió un millón de discos. A mediados de los 50 solo Elvis Presley estaba por delante de él. Inesperadamente, en 1957, dejó de grabar, renunció a la gloria y se fue a tocar el piano en una iglesia Adventista del Séptimo Día. Su renuncia a las vanidades humanas duró cinco años, al cabo de los cuales volvió al mundo del espectáculo y, aunque sus grabaciones no alcanzaron el mismo número de ventas, siguió siendo un mito del rock and roll. 


La comunidad blanca no tuvo más remedio que aceptar los nuevos ritmos, aunque en muchos casos se hacían covers (versiones blancas de un tema negro), pero siempre inferiores al original, como los insoportables intentos de cantar rock and roll de Pat Boone y otros melifluos. Los únicos blancos que tenían nervio eran Jerry Lee Lewis, que machacaba el piano en sus actuaciones, Buddy Holly, de corta vida, y desde luego Elvis Presley. 


Sin embargo había también una demanda de canciones lentas, ya que en las fiestas juveniles no solo había que dar saltos; los adolescentes requerían músicas en las que poder adosar el cuerpo a su pareja en una saludable mezcla de romanticismo y sensualidad. Esto dio origen al slow rock (que tenía más de slow que de rock) muy adecuado para los estrechamientos corporales. En este tipo de baladas también triunfó Elvis, quien después de dos años de servicio militar en Alemania decidió dar un giro a su repertorio. Dejó de vociferar y se dedicó a arrullar adolescentes con su increíble voz, pastosa y bien timbrada, sin perder un ápice de su morbo erótico. 


Fue también la época de la música doo wop (du dua en español), onomatopeya derivada de los coros que acompañaban al solista del grupo. Los mejores fueron The Platters, unos negros blanqueados por su avispado promotor Buck Ram, el cual adaptó para ellos viejas melodías de los blancos, como Smoke get in your eyes, una melodía extraída de un musical de Broadway . Por cierto, la viuda de Jerome Kern, el compositor de la música, se negó en principio a que unos negros profanaran la inmortal canción. Pero accedió enseguida cuando Ram le aseguró que, con la versión de The Platters, multiplicaría por diez los derechos de autor que hasta ese momento había recibido por la obra del difunto. 


Así fue, en líneas generales, la música pop en los años 50 y principios de los 60. Luego aparecieron los Beatles, pero esa ya es otra historia.

miércoles, 19 de junio de 2019

Solo es Rock and Roll


No recuerdo cuando escuché por primera vez un rock and roll, pero sí recuerdo que, a pesar de mi incontrolable
torpeza, aprendí enseguida  a bailarlo. Seguramente me enseñaron mis hermanas que siempre iban por delante en estas cosas. Es un lugar común decir que el rock and roll supuso una ruptura total en la música popular, pero fue más que eso. Creó una profunda revolución social entre los menores de 20 años que desconcertó y alarmó a los adultos. Por primera vez los jóvenes tenían su propia música. Una música que tenía sexo. El reverendo Mc Pherson dijo en 1956: “Si vuestros hijos siguen escuchando esa música sexual y salvaje de los negros acabarán por parecerse a ellos; la promiscuidad sexual y la pérdida de respeto a toda autoridad serán la consecuencia inmediata”. No le faltaba razón al reverendo. 


La música popular en Estados Unidos anterior a esta revolución estaba enfocada sobre todo a los adultos y el baile no solía realizarse en las casas particulares, sino en salones donde tocaban grandes orquestas y los vocalistas siempre iban de esmoquin. Triunfaban los crooners como Bing Crosby, Perry Como o Frank Sinatra y sus melodías sonaban dulces y almibaradas, que era lo socialmente correcto en aquella época. Los adolescentes tenían que conformarse con la música de sus padres. Hablamos naturalmente de los jóvenes blancos, porque los negros tenían su propia música, el R&B (Rhythm and Blues), y ambos estilos discurrían en mundos paralelos. El rock and roll vino a unificarlos y creó una revolución juvenil que tuvo un alcance mundial.

Después de la Segunda Guerra Mundial los tiempos eran difíciles, la gente había vuelto a sus casas, lloraba sus muertos y nadie quería saber nada de revoluciones. Aunque en las emisoras del sur triunfaba el R&B, esas músicas estaban prohibidas en las radios blancas. El negocio de las compañías discográficas estaba agonizante. Sin embargo, a mediados de los 50, los teenagers, ajenos a la depresión de posguerra, empezaron a tener poder adquisitivo, compaginaban sus estudios trabajando en bares y gasolineras. Tenían dinero para gastar pero no tenían una música propia. Las compañías discográficas se dieron cuenta de que existía un inesperado mercado potencial, pero no tenían una música diferente que ofrecer. Así las cosas, en 1954, alguien tuvo la genial idea de mezclar  Country and Western con  R&B y montaron un disco que titularon Rock Around de Clock. Acertaron de pleno, ese disco se convirtió en un éxito mundial entre los teenagers. El primer rock and roll estaba interpretado por Bill Haley and his Comets, un grupo desconocido con intérpretes mediocres. Bill Haley , un discreto cantante country, ya tenía treinta años y estaba casado y con hijos cuando lo grabó. Era un tipo gordito, de cara redonda, con un absurdo rizo en la frente pegado con brillantina. Pero le vino Dios a ver. 


Como siempre ocurre en este tipo de fenómenos sociales, se necesitaba un emblema: teníamos la música, ahora necesitábamos un icono. Lo encontramos en Elvis Presley: no solo cantaba bien, además tenía nuestra misma edad y un estilo diferente en la ropa y en el lenguaje, y sus movimientos cuando cantaba eran realmente obscenos. A mi juicio no fue el mejor cantante de rock, pero tenía una voz incendiaria repleta de sexo. Su primer disco, That´s all right (Mama) fue un auténtico escándalo. 


Cuando por fin accedieron mis padres a comprar ese disco, me encerré con mis hermanos en un cuarto y pusimos el tocadiscos a todo volumen. Instantes después mi padre abría la puerta sobresaltado. Alguno de nosotros dijo: “No pasa nada, papá. Solo es rock and roll”.

miércoles, 12 de junio de 2019



EL BLOG
Uno comienza un blog escribiendo para sí mismo, se asoma a una ventana desconocida sin saber si alguien leerá lo escrito y escribe lo primero que se le ocurre. Poco a poco se empiezan a recibir comentarios más o menos benévolos, algunas personas se declaran seguidores, otras comparten tus entradas en alguna red social o te invitan a seguir sus propios blogs. Entonces, para justificar los elogios que recibe con cierto rubor, uno empieza a pensar que lo que escribe tiene cierta relevancia, lo cual es un estímulo para seguir, sin advertir que ha caído en una trampa: de pronto comprueba que está atrapado en la red (nunca mejor dicho) de las redes sociales, fenómeno cultural que ofrece mucho pero también exige. En ese momento, al menos en mi caso, el blog pierde espontaneidad y uno se ve envuelto en una hoguera de vanidades a las que uno debe hacer frente lo mejor que puede. Esta es solo mi experiencia, diferente supongo a la de otras personas. Creo que en internet hay que pagar la novatada: primero deslumbrarse, luego sentir como crece tu vanidad y por último- en mi caso, repito- desengañarse y comprobar cuánto hay de parafernalia en estos temas.


LIBROS NO LEÍDOS
Unos libros se compran para leerlos y otros no. Estos últimos reposan en algún rincón de tu biblioteca esperando que tú los leas, o alguien los lea o al menos se fije en el título que figura en el lomo y haga un comentario. Hay quien abandona los libros una vez leídos, los presta o simplemente los olvida. Otros los guardan porque pueden volver a ser leídos, y si no se vuelven a leer no importa porque han sido testigos de algo o evocan un recuerdo y se han ganado el derecho a permanecer. Los libros que se compran y no se leen de inmediato pueden leerse más tarde, en otro momento, en años venideros, o nunca, y es como si esos libros conservaran la virginidad porque nadie los ha abierto. A ellos no les importa, forman parte de bibliotecas y le dan calor a otros libros leídos y se comunican entre ellos. Uno los acaricia de vez en cuando y se emociona un poco y dice no me acordaba de que tengo este libro, lo tengo que leer, aunque luego se le olvide y siga siendo un libro no leído. Yo creo que las bibliotecas tienen parte de culpa porque a veces los esconden. A quién no le ha pasado que busca un libro y no lo encuentra y dice ¡pero si lo puse aquí! Para mí los libros no leídos son tan importantes como los otros porque siempre son una esperanza, un incentivo, algo por descubrir. 


MAGRITTE
René Magritte siente el influjo de la luna y lo expresa en sus lienzos. La luna es misterio, matriz, poesía reservada, y los rostros ocultos de Magritte se explican en lunas protectoras que contrarrestan la soledad de sus escenarios. Sus cuadros están bañados en luz de luna, incluso cuando la luna no aparece.

-Abstracción fotográfica del claro de luna. M.C.
-René Magritte - Architettura al chiaro di luna (1956)

miércoles, 5 de junio de 2019

María Callas: historia de una pasión.




Hija de emigrantes griegos, Ana María Cecilia Sofía Kaloyeropulu nació en Nueva York el 2 de diciembre de 1923. Su padre tenía un pequeño negocio y enseguida cambió su apellido, de difícil pronunciación en inglés, por el de Callas. La infancia de María Callas no fue muy feliz: su madre la rechazó al nacer porque deseaba un varón -un año antes había perdido un niño con pocos meses de vida- y estuvo varios día sin querer verla. María creció atormentada por el desdén materno hacia su aspecto físico: a los 15 años pesaba más de 80 kilos, era miope y tenía una nariz enorme. Su madre la humillaba continuamente comparándola con su bella hermana mayor. Sin embargo, María tenía aptitudes para el canto, aunque, según su madre, su voz era potente, pero fea y poco musical. 


En 1937, sus padres se separaron y su madre regresó a Grecia con sus dos hijas y una idea muy clara: educar la voz de María. Años después, María Callas confesaría a la prensa que su madre la apoyó en su carrera solamente para tener algún sustento económico.
Al no ser admitida en el Conservatorio de Atenas, María estudió privadamente con la soprano Maria Trivella, que quedó asombrada de la extensión de su voz. Un día le dijo: "María, tú no eres una mezzosoprano -tesitura en la que había estado cantando hasta entonces-, eres una soprano dramática". A partir de ese momento empezó a practicar las notas agudas alcanzando con el tiempo extender su voz hasta notas de soprano ligera. Dos años después fue admitida por fin en el Conservatorio ateniense, donde conoció a la española Elvira de Hidalgo, cantante retirada y excelente profesora de canto, que fue quien modeló definitivamente la voz de María Callas. Hidalgo dijo de ella: "Se trataba de una violenta cascada de sonidos no enteramente controlados pero dotados de una emoción y fuerza dramática extraordinarios".

María debutó en febrero de 1941, en el Teatro Lírico Nacional de Atenas, con la opereta Boccaccio, y su primer éxito lo tendría en agosto de 1942 con Tosca, en la Ópera de Atenas. A pesar de que, por el color y la potencia de la voz, los empresarios le ofrecían papeles veristas, Elvira de Hidalgo decidió reconducir la voz de Callas hacia el olvidado belcanto romántico, lo que constituiría la llave del triunfo para María Callas.

La relación con su madre era cada vez más difícil y en 1945, con 22 años, María decidió volver a Estados Unidos con su padre y seguir allí su carrera. Sus actuaciones en esta época no fueron memorables: su aspecto físico no era atractivo y su voz oscura con tintes metálicos resultaba extraña en una época en la que a las sopranos triunfaban por sus voces ligeras y almibaradas. Sin embargo, conoció en Nueva York a Giovanni Zenatello, empresario de la Arena de Verona, que buscaba una soprano dramática para interpretar La Gioconda. Zenatello quedó impresionado por el talento de María Callas y le ofreció un contrato que ella aceptó.

Aunque la representación de Verona fue un éxito, a Callas no le llovieron los contratos en Italia. Pero en Verona había conocido a Giovanni Battista Meneghini, un rico industrial, treinta años mayor que ella, que se enamoró de María y le propuso matrimonio. Se casaron en 1949 y el industrial, además de marido, se convirtió en su manager y protector. La opinión más generalizada es que fue un matrimonio de conveniencia y la propia María dijo años más tarde que había buscado más un padre que un amante en Meneghini. 


En enero de 1949 iba a representarse en Venecia la ópera I Puritani, de Vincenzo Bellini, casi una rareza, porque el estilo romántico de Cherubini, Bellini y Donizetti había sido casi olvidado en esa época debido al auge de la ópera verista, traducción escénica del naturalismo literario de Émile Zola y Henrik Ibsen. Poco antes del estreno de esta ópera en el legendario Teatro de La Fenice, la soprano que iba a encarnar el papel de Elvira, Margherita Carosio, se sintió indispuesta. María Callas cantaba en ese momento la ópera de Wagner, La Valquiria, en el mismo teatro, un papel de soprano dramática a años luz de la Elvira de I Puritani. Pero el director Tulio Serafin había oído cantar a María y le ofreció sustituir a la Carosio, lo que suscitó mordaces críticas de los expertos. Con poco tiempo para aprender el papel, y sin dejar de cantar La Valquiria, Callas aceptó. El día del estreno, el público de La Fenice escuchó la mejor encarnación de Elvira que se recordaba desde los tiempos de Rosa Ponselle. La pétrea Brunilda de La Valquiria, de voz metálica y oscura, fue capaz de transformarse en la etérea Elvira y alcanzar ese cielo de notas agudas que exigía la partitura. Ese día, el 19 de enero de 1949, María Callas se convirtió en un mito.

A partir de entonces comenzó una carrera ininterrumpida de éxitos. Siguiendo las enseñanzas de su maestra, Elvira de Hidalgo, Callas resucitó la ópera romántica, lo que constituyó su mayor aportación a la ópera del siglo XX al marcar un camino olvidado a sus sucesoras. Monserrat Caballé dijo: "Abrió una puerta nueva para nosotros, para todos los cantantes del mundo, una puerta que se había cerrado. Detrás de esa puerta estaba durmiendo no sólo buena música, sino también una forma distinta de interpretar. Nos ha dado a los que la seguimos la oportunidad para hacer cosas casi imposibles de hacer antes de ella". Pero no solo abrió la puerta de la ópera romántica, también puso en marcha un movimiento historicista de la ópera que se extendió al Barroco y a la Música Antigua. Visconti encontraba en la Callas el instrumento ideal para el renacimiento del melodrama del siglo XIX, volviendo creíble al ópera, fiel al libreto y refinada en su ejecución. La Callas se convirtió así en una intérprete ideal, por su canto y por la fascinación que ejercía sobre el público. Su consagración definitiva, el debut en La Scala de Milán, llegó en 1951 con la ópera de Verdi I vespri siciliani, y este teatro se convirtió en su casa durante la década de los años 50. 

Pero no fue solo la voz magnética de Callas lo que triunfó, fue también su talento interpretativo, la encarnación humana del personaje que representaba. Cuando abordaba una ópera, no solo aprendía su parte, sino también la de sus partenaires, hombres o mujeres, lo cual le permitía no estar pendiente del tempo del director de la orquesta, guiándose solo por las replicas de los otros cantantes. De este modo tenía libertad para desarrollar su asombroso talento interpretativo, algo insólito en el melodrama antes de Callas. A pesar de que su carrera fue corta, su enorme carisma y la combinación de capacidad vocal y talento escénico convirtieron a María Callas en un mito que no se ha desvanecido en nuestros días.

Como todos los ídolos, Callas tuvo adoradores y detractores. Los aficionados de todo el mundo establecieron enseguida una rivalidad entre María Callas y Renata Tebaldi, la otra gran soprano de esa época, lo que dio origen a encendidas polémicas. No es extraño, los genios siempre han despertado el rechazo o la adoración entre los simples mortales, una disyuntiva que, en muchos casos y visto años después, no resulta justificada. Porque Callas y Tebaldi reinaron en territorios distintos: nadie como Callas cantó Norma o Traviata, y nadie igualó a Tebaldi en La Bohéme o Madama Butterfly. Pero con los personajes públicos, siempre tenemos la incómoda tendencia a ser partidarios convencidos de una cosa o de su contraria. 


En 1953 Callas decidió adelgazar. Tenía que interpretar Medea, de Cherubini, una mujer joven y ágil, y en ese tiempo la soprano pesaba más de 90 kilos. Durante un año se sometió a una dieta rigurosa y perdió 36 kilos. El resultado fue espectacular: no tuvo esos estigmas de un adelgazamiento rápido que afean la figura, sino que se convirtió en una mujer esbelta y atractiva que causó el asombro en los escenarios. Algunos biógrafos y musicólogos han culpado a este proceso del declive de su voz, pero tampoco hay certeza de que fuera así. El famoso barítono Tito Gobbi, frecuente compañero de escena de Callas, dejó dicho: "La pérdida de peso de María Callas produjo un nuevo tipo de suavidad y femineidad en su voz, e hizo que adquiriera una mayor confianza como intérprete". De hecho las grabaciones realizadas para EMI, después de adelgazar, son las mejores de su discografía. 


Maria Callas y Aristóteles Onassis se conocieron el 3 de septiembre de 1957 durante un baile de máscaras celebrado en el hotel Danieli de Venecia. Los presentó Elsa Maxwell. En el verano de 1959, durante un crucero en el yate del naviero, comenzó una historia apasionada entre la diva y el magnate. Una historia de amor para Callas, y una pasión fugaz para Onassis, que pretendió disfrutar de su nueva amante sin perder a su esposa y a sus hijos. María abandonó la escena, dejó a su marido, y solo vivió para Onassis, un hombre poco delicado, que despreciaba la ópera y solo vio en la cantante una amante ocasional. Un periodista lo describió así: "Tenía el aspecto de un mafioso de los años 20, vestía con ropa oscura, anteojos gruesos y opacos y tenía un magnetismo mefistofélico sobre las mujeres". Ella, sin embargo, creyó encontrar en este hombre el amor de su vida: "Por primera vez me he sentido amada como mujer, no por mi talento", confesó María a sus amigos. Pero Onassis siempre rechazó el matrimonio. Se alzaron voces en todo el mundo lamentando que Callas dejara de cantar, pero la soprano respondió: "He consagrado toda mi vida al arte, ahora quiero consagrarme a ser mujer". La historia terminó en 1968, cuando Onassis se casó con Jacqueline Kennedy, aunque las crónicas cuentan que el griego siguió visitando clandestinamente a Callas en su apartamento de París.

María Callas volvió a cantar, pero su voz ya no era la misma, y solo su presencia física y su talento dramático la mantuvieron en los escenarios. Callas pasó sus últimos años viviendo sola en París. El 16 de septiembre de 1977 murió de un ataque al corazón, aunque piadosos poetas afirman que "se dejó morir de tristeza". Tenía 53 años.

No creo que se deban considerar de manera separada la vida artística y la personal de María Callas, como suelen hacer los cronistas. La fuerza y la sinceridad incontenibles que le hicieron alcanzar la cúspide del triunfo artístico, modelaron también su vida desordenada y llena de pasión. Callas mujer y Callas artista fueron la misma cosa. Sir David Webster, director del Covent Garden Opera House en 1964, después de una legendaria producción de Tosca bajo la dirección de Franco Zeffirelli, consideró a María Callas “La más grande artista dramática y musical de nuestro tiempo”. En cuanto al público, nadie dudaba de lo que significaba verla en escena: lo que ella hacía en el escenario no se parecía en nada a lo que se había visto en los años precedentes. “Cantar es una expresión de tu ser, del ser en que te estás convirtiendo”, dejó dicho Callas, y ella cantó de manera sublime para convertirse exactamente en lo que quería, aunque eso le costara la felicidad o quizás la vida. “Su canto asemeja una herida abierta, que sangra entregando sus fuerzas vitales, como si ella fuese la memoria del dolor del mundo”, escribió un experto. 


Muchas personas se preguntan por qué Callas sigue siendo un mito tantos años después de su desaparición. Tal vez la respuesta nos la dio ella misma cuando dijo: "Cuando cantaba, la gente, de repente, me quería…”

Este texto se publicó previamente en la revista Moon Magazine




jueves, 30 de mayo de 2019

LEER



Hay una expectación especial cuando abrimos un libro y comenzamos su lectura sin saber lo que nos espera, sin conocer si el libro ha tenido buenas o malas críticas y sin que nadie, un amigo, un familiar, nos haya recomendado leerlo. En ocasiones uno se guía por el nombre del autor, porque antes ha disfrutado con sus escritos previos, pero otras veces, ante un escritor desconocido, uno se arriesga a empezar la lectura atraído por la portada o por el breve resumen que precede al texto o, quizá, por una intuición especial que no se sabe de dónde viene, pero nos invita a seguir leyendo. Comenzamos el libro con la máxima atención esperando que en pocas páginas su contenido nos atrape, lo que no siempre sucede, aunque a veces basta con la primera línea: "Desde la puerta de La Crónica Santiago mira la avenida Tacna, sin amor:", "Anoche soñé que había vuelto a Manderley". Y una vez que se establece ese lazo invisible, nuestra conciencia se abandona al curso del relato dejando que sea nuestro inconsciente quien se apropie de la belleza de la prosa, de la música de las palabras, de ese motivo secreto que siempre se esconde detrás de la escritura. Entonces uno ya lee como si estuviera dentro del libro, igual que oímos hipnotizados una sinfonía o nos extasiamos ante un paisaje.

Y nos da lo mismo que lo leído sea una novela, un ensayo, un poema o un artículo periodístico, porque no es la extensión lo que cuenta. A veces es la misma historia quien decide la extensión que precisa para ser contada. Jorge Luis Borges escribía argumentos o resúmenes de novelas, quizá porque pensaba que desarrollar esos esquemas era una pérdida de tiempo, pero en esos cortos escritos de Borges hay una insuperable aventura literaria.

Quizá la lectura active en el cerebro áreas o redes neuronales que nos producen placer, o ensimismamiento, o éxtasis, como también debe hacerlo la música, en las mismas áreas o en otras semejantes. Esos imaginados rincones de la mente, receptores de ficción y productores de placer, no discriminan lo antiguo de lo nuevo, lo culto de lo popular, lo experimental de lo consagrado, la literatura comprometida de la de evasión: solo es necesario que se produzca una resonancia, una sintonía, que no tiene por qué ser la misma en todas las personas, ni la misma en distintos momentos de la vida.

La literatura es también una invitación a crear, como las nubes invitan a volar o los árboles inspiran quietud. Cuando uno traspasa la última página leída desearía continuar escribiendo ese libro, o inventar otras palabras distintas que acaso lleguen a conmover a alguien en algún lugar. Y qué larga es la espera hasta que otro libro nos atrae y sentimos su tacto y ojeamos sus páginas en busca de esa sensación que nos atrapa. Porque si una línea, una frase o un fragmento despiertan de improviso nuestra atención, todo volverá a recomenzar eternamente.

Imagen: Amanecer.

jueves, 16 de mayo de 2019

Compositores olvidados: Fanny Mendelssohn




Fanny Mendelssohn ( 1805-1847) fue una compositora que siempre será recordada por ser hermana de Félix Mendelssohn Bartholdy, aunque su talento musical fuese parejo y aun superior al de su hermano. Fanny nació en Hamburgo, en el seno de una destacada familia judía que más tarde se convertiría al protestantismo, adoptando el apellido Mendelssohn-Bartholdy. Era nieta del filósofo Moses Mendelssohn y su padre, Abraham Mendelssohn Bartholdy, era un banquero berlinés. 

En aquella época era impensable que una mujer hiciera una carrera musical, por tanto fue su hermano Félix quien recibió más ayudas y estímulos por parte de  la familia. No obstante, Fanny tuvo una sólida educación  y cuando tenía 13 años ya podía tocar de memoria los 24 preludios de "El clave bien temperado" de Bach. Su profesor de música declaró que Fanny  era una gran pianista y dijo: "Ella toca como un hombre". Era, tal vez, el mayor elogio que se podía decir de una mujer en ese momento. Su padre mantuvo con ella una actitud tolerante, pero era fiel a sus principios y con respecto a sus hijos y la música dictaminó: "La música quizás se convierta en la profesión de Félix, pero para Fanny  debe ser solo un adorno. Estoy convencido de que ella no tiene inclinación ni vocación para la composición. Ella no debe pensar en el público ni en el mundo musical, ni siquiera en la música. Su destino natural es ser una buena esposa y ama de casa”. 

En 1829 Fanny se casó con el pintor Wilhelm Hensel. A pesar de todo, no abandonó la música y hay que decir que Félix siempre valoró el trabajo de su hermana, reconociendo públicamente que Fanny era mejor pianista que él. Fanny debutó en público en 1838, interpretando el Concierto nº. 1 para piano de su hermano. En total compuso 466 piezas musicales, aunque muchas de sus primeras canciones fueron originalmente publicadas bajo el nombre de Félix.

La escena más bochornosa en la vida de Felix Mendelssohn probablemente ocurriera el día en que la reina Victoria I de Inglaterra le invitó a Buckingham Palace para felicitarle por su canción Italien. Se había convertido en una de las melodías favoritas de la reina y quería felicitarle personalmente por tan conmovedora pieza. El problema era que el verdadero compositor de ese tema no era Felix, sino su hermana Fanny. El músico se tragó su orgullo y, en un ataque de honestidad, confesó a la  soberana la verdadera autoría de la canción. 

Fanny Hensel murió en Berlín en 1847 por complicaciones de un derrame cerebral mientras ensayaba una de las cantatas de su hermano. Solo recientemente se han recuperado las composiciones de Fanny Mendelssohn.




martes, 7 de mayo de 2019

Compositores olvidados: Mieczysław Weinberg

Obra del pintor polaco Józef Pankiewicz (1866-1940), que curiosamente se titula "Terraza en Madrid".

Mieczysław Weinberg (1919-1996) fue un compositor soviético de origen polaco. Nació en Varsovia, de familia judía, y se inició precozmente en la música. Tenía 20 años cuando los nazis invadieron Polonia y se vio obligado a refugiarse en la Unión Soviética para sobrevivir. Sus padres y su hermana fueron asesinados en el campo de concentración de Trawniki. En Minsk estudió composición con Vassily Zolotaryov, discípulo de Balakirev y de Rimsky-Korsakov, pero tras la invasión alemana en 1941 se vio obligado a emigrar de nuevo a Tashkent, en Uzbekistán. Encontró trabajo en la ópera de esa ciudad  y allí conoció a Dimitri Shostakovich, forjándose una gran amistad entre ambos.

Shostakovich quedó impresionado con la  música de Weinberg, en concreto con su Sinfonía nº 1, y se refirió públicamente a él como "uno de los más asombrosos compositores actuales".  Aunque sus obras no fueron prohibidas cuando Stalin ordenó la condena de los formalistas en 1948, Weinberg, tal vez debido a su origen judío, fue una figura marginal para el medio musical soviético, y tuvo que ganarse la vida componiendo para el teatro, el cine y el circo. En 1953 fue arrestado por "nacionalismo burgués judío", pero la oportuna muerte de Stalin y la intercesión de Shostakovich permitieron su rehabilitación pública. No obstante, hasta la desaparición de la URRS no fue oficialmente reconocido en Rusia como un gran compositor.

La música de Weinberg posee obviamente una gran influencia de Shostakovich, pero también de Mahler y Prokofiev.  Weinberg puede encuadrarse dentro del romanticismo tardío, pero no renuncia a la modernidad y, como en la música de Shostakovich, hay en su obra una asombrosa fusión de música tonal y atonal. La obra de Weinberg, comprende 22 sinfonías, 17 cuartetos de cuerda, ocho sonatas para violín, un concierto para violín y orquesta, un concierto para violonchelo y orquesta, así como 40 partituras cinematográficas. Solo en 1994 se realizaron las primeras grabaciones de tan extensa obra. 



lunes, 29 de abril de 2019

Doctor Bob

Atardecer en Tampa (Florida)

Por casualidad encontré en internet un libro autobiográfico de Lodewyk H.S. Van Mierop. "Doctor Bob" es el título del libro (Outskirts Press, 2012). Los americanos, con su eficacia simplificativa tradicional, encontraron incómodo desde el principio el nombre de este inmigrante holandés y siempre fue conocido como Bob. Conocí a Bob Van Mierop en 1974 cuando, junto con mi amigo y compañero el doctor Víctor Pérez Martínez, ya fallecido, viajé con una beca a Estados Unidos para perfeccionar conocimientos de morfología de las cardiopatías congénitas y embriología del corazón. El profesor Van Mierop era y es conocido en todo el mundo por sus trabajos sobre el desarrollo cardiaco y las enfermedades congénitas del corazón, y fue pionero e impulsor de la cirugía cardiaca pediátrica en Estados Unidos. 

Previamente Víctor y yo habíamos permanecido unos meses en el Childrens Hospital de Boston, en el Departamento de Morfología Cardiaca que dirigía Richard Van Praagh, curiosamente otro apellido holandés, aunque éste más remoto, ya que Richard era canadiense. Ambos investigadores trabajaban con corazones infantiles y discrepaban en muchos aspectos, lo que no les impedía tener una relación amistosa. Van Mierop me pareció un hombre un poco adusto, aunque no desprovisto de sentido del humor, que nos recibió con la máxima cordialidad. Gran parte de la historia que relata en su libro nos la contó entonces en agradables veladas junto a su mujer y sus hijos.

Nació en Java de padres holandeses y desde muy joven se sintió fascinado por la naturaleza y la ciencia. Durante la Segunda Guerra Mundial, después de que casi todo el sudeste de Asia hubiera sido invadido por los japoneses, todos los ciudadanos occidentales fueron internados en campos de prisioneros. Hombres y niños mayores de 17 años se mantuvieron en campamentos separados de los que alojaban a mujeres, niños y ancianos. Los prisioneros sufrieron humillaciones, palizas y hambre. Entre estos jóvenes se encontraba Van Mierop. Al terminar la guerra abandonó el campamento muy delgado y hambriento, pero con una salud razonablemente buena. Después de múltiples vicisitudes, que relata en su libro, se hizo médico en la Universidad de Leiden y años más tarde emigró a Estados Unidos, donde se convirtió en una autoridad mundial en las cardiopatías infantiles. Era, en 1974, profesor en la Universidad de Florida, en Gainesville, y allí acudimos mi amigo Víctor y yo a perfeccionar conocimientos de nuestra especialidad.

Además de la medicina, su gran pasión era el mundo animal. De lo primero que nos habló, en relación con España, fue de Félix Rodríguez de la Fuente, al que tenía en alta estima y conocía todos sus documentales.Tenía en su casa un gran serpentario que abarcaba muchas especies, incluyendo grandes serpientes pitón y otros ofidios de mordedura mortal, lo cual producía en los visitantes una razonable inquietud. Hacía muchos años que no oía hablar de él cuando descubrí su libro. Le recuerdo con cariño y agradecimiento por su enseñanza. Un saludo desde la distancia y el tiempo, Dr. Bob.

domingo, 21 de abril de 2019



MATERIA OSCURA (Relato)

Cuando M se despertó contempló asombrado que una mitad de su habitación estaba oscura y la otra iluminada. La ventana estaba abierta y la luz que entraba se dividía en rayos brillantes y oscuros. Intrigado saltó de la cama y, frente al espejo, comprobó con alivio que él no había cambiado, seguía siendo el mismo en cuanto a iluminación se refiere. Se asomó a la ventana y observó con sorpresa que en los edificios se repetía la distribución entre zonas oscuras e iluminadas. Todo lo demás parecía estar en orden, los coches y los autobuses circulaban con normalidad por la calzada y por las aceras discurrían sin problema los transeúntes. Bien es verdad que algunos vehículos eran oscuros y otros iluminados y lo mismo ocurría con los peatones, pero, al margen de esa peculiaridad, nada indicaba que algo extraño estuviera ocurriendo.

A M le pareció raro. Encendió el ordenador y buscó información en los periódicos digitales. Grandes titulares le informaron del acontecimiento: "¡Invasión de la materia oscura!" "La materia oscura del universo llega a nuestro planeta". "Un error en un experimento desencadena un fenómeno cósmico". M leyó con avidez la letra pequeña: "La anomalía se ha originado en el acelerador de partículas de un laboratorio de Maryland. Durante un experimento rutinario, se produjo una partícula no identificada que los físicos no pudieron controlar y escapó por una ventana del laboratorio a velocidad cercana a la de la luz. Los científicos creen que es la responsable del fenómeno".

M encendió la televisión. Un físico muy joven y muy nervioso estaba dando explicaciones: "...es un bosón, pero muy pequeño, ¡quién podía imaginarlo! Nuestro aparato es muy sencillo, no puede alcanzar grandes energías, así que fue una sorpresa que escapase del acelerador". M cambió de canal y escuchó las palabras de un premio Nobel de Física que siempre le había caído mal. El ilustre científico decía: "Estas cosas ocurren por menospreciar las partículas de baja energía. Los jóvenes piensan que solo importan el bosón de Higgs y otras superpartículas, pero la física moderna tiene que considerarlo todo".

El fenómeno era sorprendente, pero no parecía ser dañino. En el autobús que M tomaba para ir a la oficina había personas que eran oscuras y otras iluminadas. Advirtió que el conductor, pese a ser oscuro, conocía el trayecto a la perfección y se detenía en las paradas habituales. Los viajeros iluminados y los oscuros se miraban con perplejidad, aunque unos y otros enseguida recuperaban la expresión resignada de los que van a trabajar un lunes. En el trabajo no había nadie oscuro, lo cual no resultaba raro porque M trabajaba en una sucursal bancaria atendida solamente por tres empleados. No obstante, el pequeño recinto mostraba dos zonas de iluminación claramente diferenciadas; asimismo, durante la mañana, entraron en el banco tanto clientes iluminados como oscuros, que fueron atendidos de la forma habitual.

A mediodía se emitió un comunicado oficial por televisión llamando a los ciudadanos a la serenidad y quitando trascendencia a lo sucedido. Las palabras del Presidente del Gobierno, que apareció en una rueda de prensa, fueron confusas pero no inquietantes, y de paso aprovechó para culpar a los populistas. Al otro lado del océano, el presidente de Estados Unidos había vociferado: “¡El bosón es nuestro! ¡No admitiremos a la materia oscura, construiremos un muro!” Al final un tipo bajito, que dijo ser cosmólogo, ofreció una farragosa explicación que no entendió nadie. Pocos días después la noticia dejó de figurar en la primera plana de los diarios y la vida siguió como siempre.

En esos días extraños M conoció a Carol, una chica oscura muy atractiva y empezaron a salir. M descubrió que Carol, pese a la diferente forma en que reflejaba la luz, era una chica normal, sensible, divertida y compartía con ella muchas cosas. M y Carol se sentían felices y empezaron a hacer planes a largo plazo.

Una mañana, al despertar, M comprobó que Carol no estaba a su lado. Se incorporó inquieto y tras unos segundos de aturdimiento advirtió que su habitación estaba totalmente iluminada. Habían desaparecido las sombras. Corrió a encender el televisor y allí estaba el físico joven gritando alborozado: “¡El bosón ha vuelto, lo hemos recuperado!”. Después apareció el premio Nobel afirmando que la posible invasión de la materia oscura era algo que él había predicho tiempo atrás. El presidente del Gobierno envió un mensaje tranquilizador a la ciudadanía y dijo que las finanzas no habían resultado afectadas por la invasión. Por su parte el presidente de EEUU se atribuyó la expulsión de los oscuros y dijo que el mundo se había salvado. Las cámaras recorrieron las calles y recogieron las impresiones de la gente. Todo el mundo sonreía y parecía feliz.

Todos menos M. Comprendió que nunca volvería a ver a Carol.

viernes, 12 de abril de 2019

Recreación de un agujero negro


LA TIERRA PLANA

La Conferencia Internacional de la Tierra Plana piensa fletar un crucero que navegará hasta el confín del planeta, cuyo límite está constituido, según los terraplanistas, por un gigantesco muro de hielo circular. La primera idea que se le ocurre a uno es que se trata de un evento comercial, ya que se asegura que los pasajeros disfrutarán de camarotes de lujo, pistas de esquí acuático, restaurantes de alta gama y suntuosas fiestas. Pero, al margen de que se apunten al crucero unos cuantos millonarios aburridos, habrá un número no escaso de personas que, embarcados o no, crean firmemente que el navío llegará a los confines del mundo y demostrará finalmente que la Tierra es plana. Es de suponer que entre los creyentes habrá individuos de toda índole, incluso personas cultas que han recibido una sólida formación. 


¿Qué impulsa a seres normales a profesar esta fe estrafalaria e insostenible? Pueden invocarse razones muy repetidas, como la desolación que produce vivir en un mundo injusto e imperfecto y la necesidad de evadirse confiando en esquemas diferentes. Esa necesidad suele conducir hacia sectas más o menos satánicas o provocar conversiones a diversas religiones. ¿Pero qué remedio espiritual puede proporcionar sostener que la Tierra es plana? Quizás la cuestión está en creer en lo que nadie cree, sentir lo que nadie siente.




AGUJERO NEGRO

El mundo científico está revolucionado porque se ha podido fotografiar un agujero negro. Esta entidad era hasta ahora una hipótesis, si bien los datos astronómicos y los cálculos matemáticos prácticamente certificaban su existencia. Incluso teníamos constancia de sucesos cataclísmicos en el cosmos como resultado del choque de dos agujeros negros. Todo el mundo sabe lo que es un agujero negro, así que no me parece necesario describirlo ahora. A falta de una visión directa, nos habían ofrecido en multitud de ocasiones recreaciones artísticas de ese objeto estelar. En ellas se representaban minuciosamente las características fundamentales de un agujero negro: el horizonte de sucesos, su comportamiento como lente gravitacional, la radiación que emite, y en muchos modelos veíamos enormes chorros de materia absorbidos por la tremenda gravedad del agujero. 


Ahora tenemos una imagen real y, si quieren que les diga, me ha parecido un poco pobre en comparación con las recreaciones artísticas. Es como si la foto no aportara ninguna novedad. En efecto, vemos un pequeño círculo negro rodeado de una sustancia amarillenta que puede ser gas estelar incandescente. Pero eso ya lo habíamos visto muchas veces en las recreaciones imaginadas en comics, películas o teleseries y apenas constituye una sorpresa. No quisiera restar importancia a la gran hazaña científica que supone la fotografía en cuestión, pero la conclusión es que, una vez más, lo real es menos espectacular que la fantasía. Me pasó algo parecido cuando descubrieron el bosón de Higgs. Tanto se había hablado de la famosa partícula que esperaba grandes cambios en nuestra concepción del universo, cosa que todavía no ha sucedido. 

En fin, ya tenemos el bosón y el agujero, seguiremos esperando.

lunes, 8 de abril de 2019







Esta mañana, cuando he sacado a los perros hacía frío. El sol estaba cubierto por nubes que parecían incandescentes. Estos días son buenos para hacer fotografías, la luz plena del sol es muy intrusiva; las fotos en los días grises pueden tener un tinte de nostalgia. He leído que la luz que nos alumbra nace en el centro del sol, y que esos fotones tardan millones de años en alcanzar la superficie de la estrella. Luego, cuando son liberados, corren a la velocidad de la luz y tardan ocho minutos en llegar a nuestro planeta; otros no interrumpen su marcha y pueden llegar hasta el confín del universo. El físico Paul Davies se preguntaba: “¿por qué demonios corren sin parar las partículas?”. Lo he pensado unos segundos. Es una sensación de vacío inquietante. Pero en el fondo, ¿tiene algún sentido pensar en cosas que no conoceremos nunca? 


Dicen que la realidad no existe, que es una ilusión de nuestro cerebro. Es falso, la realidad existe pero la percibimos incompleta. No vemos como un halcón ni oímos como un perro. Si nuestra visión fuera microscópica veríamos el aire lleno de bacterias y polvo y resultaría aterrador; si fuera telescópica observaríamos la más remota galaxia, también con un escalofrío. Tal vez si pudiéramos ver directamente las partículas elementales las comprenderíamos mejor. Pero creo que no, viven en un mundo que está fuera de nuestra realidad. 



Tenía bastantes reticencias antes de leer “Stoner” (John William, 1965), es algo que me ocurre a menudo con los libros de culto. Sin embargo me pareció una excelente novela y, como siempre me ocurre cuando un libro me conmueve, pensé que era la novela que me hubiera gustado escribir. Los escritores americanos saben reflejar muy bien los ambientes cotidianos en los que no ocurren grandes cosas. Relatan de forma sencilla los problemas de la gente sin sacar conclusiones críticas ni hacer filosofía. Hablo de escritores como Richard Yates, James Salter o Kent Haruf.