domingo, 7 de junio de 2015

LA MUERTE DE ARTEMISA (Novela) - CAPÍTULOS 18 Y 19




                                                                         18

                                                                 BLACKFIRE

Itciar había decidido recabar la ayuda de Rodrigo Cortés. No había comunicado a nadie su intención y eso la inquietaba; Tracy no veía con buenos ojos las improvisaciones. Pero pensaba que tener un contacto con El Diario podía resultar útil aunque comportase algún riesgo. Si actuaba con habilidad y conseguía información confidencial, su iniciativa sería elogiada por el grupo. No tenía una idea clara de cómo justificar ante su amigo Cortés el interés por la muerte de Artemisa sin revelar su implicación en los hechos. Pero confiaba en Rodrigo, al que le unía una franca amistad, por más que el periodista no ocultara su predisposición a transformar esa amistad en una relación más adulta. Propósito irrenunciable, a pesar de las repetidas negativas de Itciar, pero no peligroso, ya que ella sabía eludir sin aspereza los asaltos de Cortés.

A la misma hora que nosotros escuchábamos las confidencias de la amiga de Blasco, Itciar hacía sonar el timbre de la casa del periodista. Tras una larga espera, un Rodrigo Cortés en bata y con el pelo alborotado abría la puerta.

-¡San Pedro! Creí que se hundía el mundo. ¿Sabes qué hora es?
-Las once y media. ¿Me invitas a pasar?


-No me lo digas, adivino qué te trae. Al fin has decidido desprenderte de tu absurda virginidad. Sabía que tarde o temprano te decidirías, aunque escoges unas horas...
-No seas pelma, Rodrigo. Vengo por un asunto profesional.
-¿Profesional? -Rodrigo abrió desolado los brazos -. Me decepcionas. Bueno, pasa y rebusca por ahí. A lo mejor encuentras una revista pornográfica y te instruyes mientras me visto. ¿Quieres café?
-No, gracias, he desayunado hace horas -. Hizo una pausa y añadió -: He leído tu crónica sobre el crimen de la modelo. Está muy bien.
-Ah, eso -la voz de Cortés llegaba a través de la puerta medio abierta del dormitorio -. Para comentar eso podría haber venido a una hora más decente. ¿No sabes que los periodistas se acuestan tarde?

Itciar rebuscó en el hueco del salón que hacía las veces de cocina.

-Si me dices dónde está la cafetera te preparo café.
-De cafetera, nada -dijo Cortés asomando la cabeza -. La gente apresurada como yo toma café soluble. Calienta agua sin más.

Itciar puso agua a hervir y paseó por la habitación.

-Es muy curioso lo de la muerte de esa chica y el tipo ese que ha desaparecido. Me gustaría conocer más detalles.


-¿A qué viene ese repentino interés? -Cortés apareció, ya vestido, abrochándose el cinturón.
-Pues es que ayer me quedé intrigada y he hecho averiguaciones por mi cuenta.
-A ver, a ver. ¿Qué te traes entre manos?
-Bueno, el artículo de El Diario era muy sugerente y he estado en la hemeroteca buscando información sobre Franco Dalessio y todo ese rollo de la Mandrágora. Pensé que te podía interesar.

Le mostraba un cuaderno lleno de anotaciones. Cortés dejó la taza sobre la mesa y se rascó la cabeza.

-Un momento, pequeña, ¿a quién tratas de engañar? A Rodrigo Cortés no se le viene con esos cuentos. ¡Tu sabes algo!- La chica miró a su amigo sin saber qué decir y Cortés se echó las manos a la cabeza- ¡Hay que joderse! Mis jefes cogen un asunto vulgar y le dan una importancia desmesurada, pero, claro, sin explicarle nada a este inmundo reportero. ¡Y ahora resulta que hasta los estudiantes de periodismo saben más que yo del caso! Todo el mundo piensa que soy gilipollas, ¿o qué?
-Veras, Rodrigo -Itciar se mordió el labio vacilante -. Puedo decirte algo, pero no todo. Existe un pacto de silencio.



Cortés se desmadejó en una butaca con los ojos cerrados.

-Madre mía -murmuró.
-Resulta que un amigo mío -empezó Itciar-, alguien que yo conozco, sabe quién es el hombre que estaba con la modelo, el que ha desaparecido.
-¿Qué?
-Y sabemos, mi amigo sabe, que es inocente.

Cortés angustiado se inclinó hacia delante.

-¿Pero no se da cuenta Tracy del lío en que os estáis metiendo?
-Yo no he dicho que fuera Tracy -replicó Itciar sobresaltada.
-Vamos, vamos, Itciar, ¿tú también me tomas por tonto? Es evidente que tu insoportable amigo Tracy y ese absurdo grupito vuestro tiene algo que ver con lo que me cuentas.

La muchacha guardó silencio.

- Mira, pequeña -Cortés la apuntó con un dedo-, te diré lo que vas a hacer. Me vas a contar ahora mismo todo lo que sabes sin dejarte una coma, o si no ya sabes donde está la puerta. Te vas por donde has venido y aquí no ha pasado nada.



Itciar miró a Cortés con desaliento. Lo había hecho todo mal: no sólo no había sonsacado al periodista sino que había comprometido a sus amigos. Permanecer callada y dejar las cosas como estaban no resolvía nada y estimularía aún más la curiosidad de Cortés, pero si le hacía partícipe del asunto, tal vez pudiera evitar su indiscreción. Itciar optó por esto último y puso al tanto a su amigo de los acontecimientos. Al concluir había una luz de éxtasis en los ojos del reportero.

-¿Qué día es hoy? Tengo que consultar mi horóscopo. ¡Dios mío qué historia! No sé si creerte, es demasiado sublime. ¿Seguro que no te burlas de tu viejo amigo?
-Venga, Rodrigo, no hagas teatro. La cosa no es para tomarla a broma.
-¿A broma dices? Claro que no. De modo que tenéis escondido al señor A.S. Bueno, bueno, es inaudito. ¿Me dejaréis participar? ¿Crees que Tracy se opondrá?
-Prométeme ser discreto, Rodrigo.
-Claro, claro, no te preocupes. Ya sabes que soy zorro viejo.
-Bueno, ya te he contado todo. Ahora, dime tú lo que sepas.
-Pues el caso es que... -Cortés se detuvo cohibido- no sé mucho más. Los jefes no sueltan prenda. Ahora bien, a partir de ahora... Oye, pequeña, supongo que sois conscientes de que este es un asunto peligroso.
-Venga, Rodrigo, ¿no estarás asustado?
-¿Yo? No me conoces. No pararé hasta llegar al final. Soy un profesional. ¡Este puede ser el reportaje de mi vida!
-Rodrigo, te recuerdo que esta es mi historia.
-No te preocupes, criatura, aquí hay trabajo sobrado para dos. Una sola noticia lanzó a la fama a Woodward y Bernstein, recuérdalo. Ahora no perdamos tiempo y empecemos a trabajar.