viernes, 2 de enero de 2015
Es la ley
Lo habéis logrado. Habéis derribado el último baluarte
cultural que nos quedaba. Ayer fueron las películas y las series, luego la
música, y hoy, por fin, en la más alta expresión de contracultura, nos habéis
quitado los libros. Esa ley atrabiliaria, que no protege la propiedad
intelectual de los creadores sino las ganancias hipertrofiadas de las empresas,
ha puesto el punto final a Papyre, una página de internet que nutría de libros a
centenares de lectores. Ahora tendremos que errar por la red en busca de un sucedáneo,
pero no será lo mismo. Vosotros, los antidescargas, pensáis que bajábamos
libros de Papyre porque eran gratuitos, pero eso era lo de menos. Lo importante
era disponer de una biblioteca de 27.000 libros. ¿Habéis pensado en la riqueza cultural que entrañaba esa cifra? ¿Cómo vamos a encontrar ahora
esos libros descatalogados que ya no existen ni en las editoriales? ¿Cómo completar
la bibliografía de un autor poco conocido cuyos libros no se venden en las
librerías? ¿Cuántos estudios, tesis, biografías, trabajos literarios se van a
ver ahora entorpecidos al no disponer de la accesibilidad de consulta de que
antes disponían? Pero eso no era todo. En Paypre los lectores comentaban los
libros, expresaban sus opiniones y aportaban información, muy importante a veces;
otras, a propósito de libros políticos, históricos o religiosos, se establecían
intensos debates que nos hacían conocernos mejor unos a otros. Porque los libros no solo viven en sus páginas sino en la mente de sus lectores.
Así pues, 27.000 libros quemados en una hoguera con marcadas reminiscencias
nazis. Qué alegres se sentirán ahora esos escritores que reniegan de la cultura
de internet pensando que ahora van a vender más libros. Cómo se frotarán las
manos esos grandes editores que seguirán pagando una miseria a sus escritores
asalariados. Habéis ganado, pero no habéis convencido. Dudo que algún día vuestras
mentes obtusas encuentren el significado de la palabra Cultura.
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