jueves, 1 de diciembre de 2016

Equinoccio de otoño


Mariposa de otoño. Pablo Neruda

La mariposa volotea
y arde —con el sol— a veces.
Mancha volante y llamarada,
ahora se queda parada
sobre una hoja que la mece.





Me decían: —No tienes nada.
No estás enfermo. Te parece.
Yo tampoco decía nada.
Y pasó el tiempo de las mieses.



Hoy una mano de congoja
llena de otoño el horizonte.
Y hasta de mi alma caen hojas.

Me decían: —No tienes nada.
No estás enfermo. Te parece.





Era la hora de las espigas.
El sol, ahora,convalece.

Todo se va en la vida, amigos.
Se va o perece.
Se va la mano que te induce.

Se va o perece.





Se va la rosa que desates.
También la boca que te bese.
El agua, la sombra y el vaso.
Se va o perece.



Pasó la hora de las espigas.
El sol, ahora, convalece.
Su lengua tibia me rodea.
También me dice: —Te parece.




La mariposa volotea,
revolotea,
y desaparece.


Cécile Louise Stéphanie Chaminade. "Automne". 


miércoles, 19 de octubre de 2016

Ida y Maurice


Maurice Ravel, 1925.
En 1928 Maurice Ravel acaba de regresar de una gira triunfal de conciertos por Estados Unidos y Canadá. Es ya un músico famoso. Muerto Debussy, nadie puede disputarle la primacía de la música francesa y sus composiciones son aplaudidas en toda Europa. Aquel año fue enormemente fructífero para la música europea: Bela Bartok había compuesto su cuarteto nº 4, Nielsen terminaba su Concierto para clarinete y Prokofiev su 3ª Sinfonía. 

Poco antes de partir hacia las Américas la bailarina rusa Ida Rubinstein le encarga un ballet de carácter español, para ser representado por su propia compañía, "Les Ballets de Ida Rubinstein". A Ravel le entusiasma la idea. Había compuesto en 1919 "La valse", un ballet que no gustó demasiado, y su último éxito en este género se remontaba a 1912 con "Ma Mère l'Oye". Competiría, además, con el último ballet de Stravinsky, "Apollon musagète", que se representaba con éxito en Paris bajo la dirección escénica de Diàghilev. 

Al volver del viaje, Ida Rubinstein le recuerda su compromiso y
Ida Rubinstein, 1922
apremia al compositor, pero Ravel tiene múltiples compromisos y opta por una solución rápida: orquestará seis piezas de la suite para piano "Iberia", de Isaac Albéniz,  y la composición se llamará "Fandango". Cuando ya ha empezado el trabajo, Ravel es advertido por su amigo Joaquín Nin de que los derechos de orquestación de "Iberia" están cedidos en exclusiva a otro compositor español, Enrique Fernández Arbós, un discípulo de Albéniz. El músico se desespera: "¿Quién es este Arbós? ¿Qué voy a decirle a Ida? ¡Se pondrá furiosa!" Al tener noticia  Arbós del conflicto propone al francés renunciar a sus derechos sobre "Iberia", pero Ravel se siente desilusionado y piensa en abandonar el proyecto.


¿Pero quién es Ida Rubinstein? La bailarina, que tiene 42 años cuando le hace el encargo a Ravel, había nacido en Kharkov, en el seno de una familia judía bien acomodada, pero queda huérfana muy pronto y es educada por una tía en San Petersburgo. Al parecer a Ida le gusta más el teatro que el baile, y quizá debido a ello su formación en la danza nunca llega a ser demasiado perfecta. No obstante, bajo la supervisión de Michel Fokine, debuta en una representación privada de "Salomé", de Oscar Wilde y música de Glazunov, en la que Ida se desnuda por completo en la Danza de los siete velos.

Ida Rubinstein, Pintada por Valentín Serov (1910)

Después se va a París y comienza su carrera como actriz, sin tener demasiados escrúpulos por los teatros donde actua ni por los papeles que le ofrecen. De manera inevitable, llegan a oídos de su conservadora familia noticias sobre los descocados atuendos que luce su pupila en escena. Horrorizados y temiendo que caiga en la prostitución, dan órdenes a su cuñado, un médico parisino llamado Lewinsohn, para que la declare loca y la ingrese en un manicomio. La estancia es breve, ya que su honorable familia considera también un escándalo que Ida esté recluida en tan deshonrosa institución y la reclama a San Petersburgo. Una vez allí, le asignan una severa institutriz, que la vigila día y noche para que su conducta sea la adecuada para una joven soltera de su elevada clase social. Pero Ida añora París, y para liberarse del yugo familiar y poder controlar su herencia, acepta casarse con su primo hermano Vladimir Gorvits, que está locamente enamorado de ella. 

No sabemos cuánto dura el matrimonio, pero pronto está de regreso en París, donde Sergei Diaghilev la contrata para sus Ballets Rusos como protagonista para Cleopatra y Scherezade, actuando con Nijinsky en el último ballet. Ida Rubinstein nunca fue una bailarina excepcional, pero suple sus carencias con la fuerza y la expresividad que tiene como actriz, y consigue éxitos memorables. En 1911 inicia una relación sentimental con la pintora Romaine Brooks, una amiga del escritor italiano Gabriele D'Annunzio, que pinta innumerables retratos de Ida, y su cuerpo desnudo sirve de modelo para su cuadro "Venus triste". 

"Venus triste". Romaine Brooks

En 1911 Ida Rubinstein actúa en "Le Martyre de Saint Sebastien", con un libreto de Gabriele D'Annunzio y música de Claude Debussy. Es un triunfo absoluto, tanto por el modernismo del montaje como por el escándalo que provoca. El arzobispo de París pide a los católicos que no acudan a este espectáculo, debido a que San Sebastián está interpretado por una mujer y, además, judía.

Pero volvamos a Ravel. Desilusionado por no poder complacer a Ida Rubinstein, Ravel se toma unas cortas vacaciones en su ciudad natal, Ciboure, en el País Vasco Francés, junto a su amigo el compositor Gustave Samazeuilh. Una mañana Samazeuilh encuentra a Ravel sentado al piano, todavía en pijama, con los ojos brillando de excitación: "Madame Rubinstein me pide un ballet. ¿No encuentra usted que este tema tiene insistencia? Voy a intentar repetirlo un buen número de veces, sin ningún desarrollo, graduándolo solo con la orquesta. De manera que esto resultará como "La Madelon". Así nace "Boléro", la composición más famosa de Maurice Ravel. 

Es un movimiento orquestal, inspirado en una danza andaluza, que se caracteriza por un ritmo y un tempo invariables, con una melodía obsesiva —un ostinato— en do mayor, repetida una y otra vez sin ninguna modificación salvo un crescendo de los efectos orquestales y una coda final estruendosa.

A Madame Rubinstein le agrada el trabajo de Ravel y "Boléro" se estrena el 22 de noviembre de 1928 en París, en la Ópera Garnier, bajo la dirección de Walther Straram, con una coreografía de Bronislava Nijinska y con decorados de Alexandre Benois. 
Ravel había imaginado que el ballet fuera montado en un espacio exterior, con una fábrica al fondo, probablemente inspirado en la Carmen de Bizet. Sin embargo, el montaje de Alexandre Benois situa la acción en un oscuro café de Barcelona, solo iluminado por una lámpara, donde una bailarina comienza a bailar sobre una gran mesa mientras una veintena de hombres permanecen sentados, jugando a las cartas en sus propias mesas, en una coreografía sensual que fue un escándalo. René Chalupt lo describió así: "En el centro de una amplia mesa una mujer danzaba, mientras que alrededor se apretaban, cada vez más numerosos, hombres a quienes la visión inflamaba de deseo". El éxito fue enorme y desde entonces no ha dejado de interpretarse con diversas coreografías.
Maurice Ravel con Ida Rubinstein y el elenco de Boléro. Viena 1929.

"Boléro" (o "El bolero de Ravel", como comúnmente se conoce), en su versión de concierto ha llegado a ser una de las obras musicales más interpretadas y grabadas de la historia. Su música repetitiva no fue completamente entendida al principio. Durante su estreno en concierto, una señora del público comenzó a gritar: "Au fou! Au fou!" (¡Al loco! ¡Al loco!). Comentando la anécdota, Ravel dijo: "Esa dama lo ha entendido". En el año 1993 permanecía en el primer lugar de la clasificación mundial de derechos de autor de la Société des auteurs, compositeurs et éditeurs de musique.

Entre los cientos de grabaciones del Bolero, he escogido la de Gustavo Dudamel, que se ajusta al tempo ideado por el compositor.



viernes, 26 de agosto de 2016

Realidad y abstracción



La filosofía se equivoca, lo abstracto no es lo contrario de lo real. Al menos en el arte. Creo que la definición es errónea en todos los casos, porque las abstracciones que la filosofía califica como contrarias a la realidad, por ejemplo la tristeza, la felicidad o cualquier sentimiento, son  tan reales como la más sólida roca, aunque pertenezcan a otra realidad. 





Cuando hablamos de lo abstracto en el arte solemos referirnos a la pintura o la escultura, pero no se deben excluir la música y la literatura. La abstracción no es un fenómeno puntual, como lo fue el cubismo, sino la destilación de los  diferentes estilos pictóricos que rompieron con la tradición en aquellos años mágicos de comienzos del siglo XX. 




¿Por qué se produjo esta ruptura en el arte? Hay muchas explicaciones. Las enciclopedias nos dicen que el arte quiso adaptarse a los cambios tecnológicos, científicos y filosóficos que se estaban produciendo en el mundo, lo cual es innegable, pero es una generalización demasiado superficial. 




A mí me parece -y esto es solo mi hipótesis- que el cambio en el arte es en parte debido a una rebelión, consciente o no, contra la cultura basada en la religión que había dirigido con mano de hierro todas las actividades humanas hasta la Ilustración. Y también por un rechazo del absolutismo político dominante hasta la Revolución Francesa. 




Hasta entonces el artista vivía constreñido a pintar motivos religiosos o bíblicos, o retratos de reyes e infantas, y solo a veces se evadía pintando temas mitológicos, parcialmente tolerados por la Iglesia. Esta esclavitud, que afectaba de igual modo a la música y la literatura, termina de modo abrupto y se desborda como un torrente en la primera década del siglo pasado. O antes, si consideramos a Goya como precursor del impresionismo y a Turner antecedente de la abstracción. 



A mi juicio el fauvismo, el cubismo, el expresionismo, el surrealismo o la abstracción pura no son contrarios a la realidad, son transformaciones de lo real o nos muestran una realidad diferente. El artista no solo crea a partir de la percepción física sensorial, también a partir de lo imaginado, lo nunca visto; o bien distorsiona las percepciones físicas comunes en imágenes oníricas que lleva al lienzo o al pentagrama. 




Decir que en el arte abstracto se contemplan sólo elementos de forma, color, estructura o proporción, es minimizarlo. Hay que buscar la realidad que se esconde detrás de esas formas o volúmenes, que podrá ser banal o profunda como en cualquier tipo de pintura. Conozco personas que lamentan que Picasso no hubiera permanecido en su periodo rosa o azul y otras que consideran diseño gráfico la obra de Rothko. 




En otra entrada he dicho que la mejor literatura es la que nos conmueve. Igual ocurre en la pintura. Si a usted no le gusta Pollock y prefiere a Velázquez, está en su derecho. A mí me gustan los dos.

viernes, 5 de agosto de 2016

El origen del mundo

 
Diego Rivera (1886-1957): La Creación. Ilustración al Popol Vuh, c. 1931

El origen del universo es uno de los problemas que hasta ahora sólo ha podido abordarse mediante la física teórica. Durante mucho tiempo la humanidad creyó que el mundo había sido creado por uno o más dioses. En occidente el creador era el Dios bíblico y a nadie se le ocurría cuestionar este punto, ya que las discrepancias con la Iglesia se saldaban con cremaciones anticipadas. Un científico de la talla de Isaac Newton dijo que sus leyes no hacían sino descubrir lo que siempre estuvo en la mente de Dios. 

A partir de la Ilustración ciencia y religión toman caminos divergentes. Cuando Laplace presentó a Napoleón su obra "Tratado de la mecánica celeste", éste le preguntó por qué no mencionaba al Creador. El científico respondió: “No he necesitado esa hipótesis, Sire”. La anécdota puede ser apócrifa, pero ilustra la situación. A los científicos actuales, ateos o agnósticos la mayoría, no les preocupa demasiado que la gente sea religiosa, crea en un dios y rece sus oraciones, pero se ponen frenéticos si alguien afirma que el mundo fue creado por Dios. Pueden aceptar teorías no demostradas, como la materia oscura del universo, pero no toleran que en la formación del cosmos se considere la hipótesis de un Supremo Hacedor. 

El científico Stephen Hawking, que hablaba de Dios de manera ambigua en sus primeras publicaciones, en su libro de 2010, "El gran diseño", propone una teoría sobre el origen del Universo en la que parece descartar definitivamente a Dios (como creador; en otros aspectos sigue siendo ambiguo). El problema es que hasta ahora ninguna hipótesis sobre el comienzo del universo, científica o no, está demostrada experimentalmente. 


Giovanni di Paolo, La creación del mundo y la expulsión del Paraíso, 1445

A principios del siglo XX muchos científicos y filósofos habían descartado el creacionismo bíblico y haciéndose eco de Aristóteles pensaban que el universo era estático y había existido siempre. Einstein también lo creía, y cuando las ecuaciones de la teoría de la relatividad general indicaron que un universo estático podía colapsarse por efecto de la gravedad introdujo un factor amañado en sus cálculos, la constante cosmológica, para “evitar” la catástrofe. (He aquí un buen ejemplo de manipulación matemática ad hoc). En 1924, Hubble descubrió que el universo se expandía, por lo que Einstein retiró la constante cosmológica y declaró que había cometido “el mayor error de su vida”. Einstein nunca supo que en 1998 se demostró que no sólo se expandía el universo sino que la separación de las galaxias se aceleraba, y para justificar esta aceleración era preciso que “existiera” una fuerza repulsiva opuesta a la gravedad. Entonces los cosmólogos resucitaron la constante cosmológica.        

Puesto que el cosmos se expandía, era lógico pensar que hubo un momento en el que comenzó la expansión, un instante en el que toda la materia y la energía estuvieran comprimidas en un punto. Sobre estos presupuestos se construyó la teoría de la explosión inicial, conocida popularmente como Big Bang. Esta hipótesis, se vio aparentemente confirmada en 1965 por el descubrimiento en el espacio de una radiación uniforme de microondas, que supuestamente sería el remanente de la gran explosión inicial. Estos hallazgos causaron gran alegría en el Vaticano, ya que si el mundo había tenido un comienzo, bien podía ser el descrito en el Génesis.        

Si el universo tuvo un comienzo cabe preguntar qué había antes del Big Bang. Esta pregunta molesta mucho a los físicos y su respuesta es categórica: no había nada. El espacio y el tiempo se crearon en el Big Bang, por tanto la palabra “antes” del Big Bang carece de sentido ya que el tiempo no existía. Stephen Hawkins dice que es como preguntar: ¿Qué hay más al norte del polo norte? Nada. Pero si el tiempo y el espacio se han creado en el Big Bang, ¿sobre qué se expande el universo? ¿Sobre la nada? He aquí una nueva coincidencia: la religión y la ciencia afirman que el universo se originó de la nada. La Iglesia católica utiliza este término para referirse a la creación del mundo por Dios, creación ex nihilo o de la nada; por su parte los cosmólogos actuales también afirman que el universo surgió de la nada, aunque sin intervención divina, claro. Unos y otros tienen problemas severos para explicar este acontecimiento. (Existen otras cosmologías, como el universo estático de Fred Hoyle, o el universo cíclico, que al parecer ha vuelto a considerar factible Roger Penrose, pero no voy a detenerme a analizarlas).

Los científicos no han conseguido hasta ahora unificar la gravedad con la mecánica cuántica, pero sí unificar todas las otras fuerzas de la naturaleza en una única teoría, el llamado Modelo Estándar, que funciona correctamente. Sin embargo, cuando se intenta relacionar la gravedad con los fenómenos cuánticos el edificio se derrumba con estrépito. De ahí la búsqueda incansable, hasta ahora infructuosa, de ese vellocino de oro que sería la Teoría del Todo, en la cual estaría incluida la gravedad, un punto de convergencia entre la relatividad y la mecánica cuántica, la llamada “gravedad cuántica”, que completaría por fin una teoría unificada de la materia y explicaría el origen del universo.  Llegados a este punto, parece que sólo existen dos alternativas: o el universo tuvo un creador o se creó a sí mismo. 


William Blake, El anciano de los días, 1794

Con escasas excepciones, cuando los científicos (o no científicos) hablan de un creador se están refiriendo a Dios, o más concretamente a uno de los modelos de Dios. Además suelen embarullarlo todo incluyendo las religiones en el mismo envoltorio. ¿No existen otras alternativas? Se puede postular un creador, ¿pero por qué Dios? ¿Por qué el Dios del Génesis o el del Ramayana? Al hacerlo se está otorgando al supuesto creador una entidad sobrenatural. En teoría alguien sin prejuicios, aunque esté persuadido de que Dios no existe, podría aceptar la hipótesis de un creador no divino del universo. Al considerar la hipótesis de un creador, no debe entenderse que ese creador sea necesariamente un dios o una criatura sobrenatural, o un ente definido en el limitado sentido que tenemos de la existencia. De existir un creador no sería “alguien” o “algo”, sino un modelo perteneciente a otra realidad que escapa a nuestra comprensión. 

En cualquier caso los científicos son reticentes a considerar esta alternativa, aun cuando no tienen inconveniente en aceptar fabulosos mundos de múltiples dimensiones e hipótesis si cabe más inverosímiles. Véase, a modo de ejemplo, la siguiente proposición: “El universo podría haberse originado a partir de fluctuaciones topológicas de la gravedad cuántica, realizadas sin causa alguna, y que habrían dado lugar a estructuras espacio-temporales creadas a partir de la nada cuántica. Este proceso es denominado “transición topológica”. A partir del espacio-tiempo vacío se producirían partículas materiales mediante fluctuaciones del vacío cuántico; finalmente, el Universo se crearía a partir de esas partículas de acuerdo con las leyes físicas que producirían el Big Bang”. 

O sea, que tanto si hubo un creador como si el universo se creó a sí mismo, en ambos casos parece que surgió absurdamente de la nada, un concepto, la nada, que nuestras neuronas se niegan a procesar. Quizás, como en el cuento de Borges, “Los teólogos”, ambas posibilidades lleguen en el futuro a ser la misma en “la mente de Dios”.

Escuchen "La representación del Caos", obertura del oratorio "La Creación", de Joseph Haydn (1732-1809).


Texto perteneciente a mi ensayo "El Laberinto de Dios". Punto de Vista Editores.


lunes, 25 de julio de 2016

Nubes




COMO AQUELLA NUBE BLANCA. León Felipe.

Ayer estaba mi amor
como aquella nube blanca
que va tan sola en el cielo
y tan alta,
como aquella
que ahora pasa
junto a la luna
de plata.




Nube
blanca,
que vas tan sola en el cielo
y tan alta,
junto a la luna
de plata,
vendrás a parar
mañana,
igual que mi amor,
en agua,
en agua del mar
amarga.



Mi amor tiene el ritornelo
del agua, que, sin cesar,
en nubes sube hasta el cielo
y en lluvia baja hasta el mar.



El agua, aquel ritornelo,
de mi amor, que, sin cesar,
en sueños sube hasta el cielo
y en llanto baja hasta el mar.






AMOR, AMOR LAS NUBES. Pablo Neruda

Amor, amor, las nubes a la torre del cielo
subieron como triunfantes lavanderas,
y todo ardió en azul, todo fue estrella:
el mar, la nave, el día se desterraron juntos.




Ven a ver los cerezos del agua constelada
y la clave redonda del rápido universo,
ven a tocar el fuego del azul instantáneo,
ven antes de que sus pétalos se consuman.



No hay aquí sino luz, cantidades, racimos,
espacio abierto por las virtudes del viento
hasta entregar los últimos secretos de la espuma.



Y entre tantos azules celestes, sumergidos,
se pierden nuestros ojos adivinando apenas
los poderes del aire, las llaves submarinas.