martes, 25 de noviembre de 2014

Diálogos de besugos

- Habla usted demasiado de política -me dijo ayer el espíritu.
-¿Y qué quiere que haga si no se habla de otra cosa? -me defendí -. Con mi mujer hablo de política, con mis hijos hablo de política, las páginas de opinión de la prensa están llenas de política... hasta leo libros de política, algo que no había hecho nunca.
-La culpa es de la corrupción, claro.
- De la corrupción y de Podemos. Raro es el día que no hay un comentario en la prensa sobre Podemos y yo, créame, a veces tengo que hacer esfuerzos para no escribir sobre ellos. Estos chicos están en la cresta de la ola, atemorizan a unos, desconciertan a otros y llenan el vacío de ilusión de mucha gente. Unos piensan que son el Apocalipsis  y otros que son la resurrección y la vida.
-¿A usted le atemorizan o le ilusionan?
-Ni una cosa ni otra. Ya soy muy mayor para temerle al lobo feroz o para quedarme embobado con los trucos de magia. ¿Sabe lo que me preocupa si ganan? Que se queden a medias, que no puedan cumplir sus promesas, que repitan lo de "OTAN, de entrada no" para luego pedir un sí urbi et orbe, como hizo González en los 80. Porque mire, si los de Iglesias no ganan, si se quedan en tercera fuerza, apaga y vámonos. A la gente de este país no le interesan para nada las terceras fuerzas. Si Podemos fracasa seguiremos con el bipartidismo puro y duro en el más depurado estilo lampedusiano, que es lo que en el fondo desean con fervor tanto el PP como el PSOE y ponen todos los días velas a Santa Rita para conseguirlo. Podemos es, para los establecidos, la amenaza, el espantapájaros, el nubarrón, cualquier cosa que simbolice el temor a perder los privilegios del poder. Y para los que están fuera, para los agraviados, es el castigo, la espada flamígera, el ángel exterminador.
- ¿Cree usted que los políticos merecen un castigo?
- Sí, la mayoría, pero como ha dicho un escritor amigo no se puede confundir el castigo del delito con la solución, aunque forme parte de ella. Desde luego ha habido delitos, corrupción, fraude, nepotismo, robo a mano armada, lo que usted quiera. Pero esto ya lo sabía mucha gente antes de la crisis. ¿Por qué nos sorprende ahora? Mire, no me gusta repetirme, ya escribí algo de esto en otra entrada. Somos un pueblo que vitorea la obviedad, eleva al oportunista que dice en público lo que todo el mundo ha pensado. Ésa es la carta ganadora de Podemos. Pero lo que a mí me asusta es la letra pequeña.  
- ¿A qué se refiere?
- Al cambio. El mundo ha cambiado y nosotros no vemos más allá del señor Mas o el señor Iglesias, nuestros problemas son de patio de vecinos, la última ficha del dominó. Lo dice con claridad el economista Tyler Cowen: "Quien cumplía las reglas del juego de una sociedad conseguía la estabilidad. Esto es lo que se ha acabado". Una visión pesimista pero lúcida. Ya no vale el esquema anterior de la clase media: educación básica, universidad, titulo, empleo, carrera profesional, hijos, educación, etc. La gente no sabe lo que le va a ocurrir: hay una dispersión de ideas, una patada al puzle, una desconfianza masiva en las jerarquías, cada mañana nos cuentan un futuro diferente, más o menos catastrófico, se esbozan soluciones contradictorias, nadie sabe qué hacer, solo permanecen incólumes Messi y CR. Nunca fue más cierta la frase de Sir Francis Bacon: "Truth emerges more readily from error than from confusion".  Ahora bien, ¿cambia todo por la crisis o hay crisis como consecuencia del cambio? La desigualdad, la corrupción, la deshonestidad son solo síntomas, ¿pero cuál es la enfermedad, el diagnóstico? Creo que nadie lo sabe. Los diagnósticos son tan dispersos como todo lo demás.
- ¿Tendrá Podemos la solución?
- No lo creo. Ellos invocan la voluntad popular como depositaria de la verdad. ¡Se ha hecho tantas veces! Mire, hay una marca de lencería americana que ha renunciado a utilizar Photoshop en sus imágenes publicitarias. Como consecuencia sus ventas han aumentado de manera sorprendente. ¿Habrá alguna vez políticos que declaren sin rubor que ni ellos ni el pueblo son perfectos? Vivimos, no sé desde cuando, en una democracia Photoshop.
- Se ha puesto usted trivial.
- Qué remedio.

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