Hay una
expectación especial cuando abrimos un libro y comenzamos su lectura sin saber lo que nos espera, sin
conocer si el libro ha tenido buenas o malas críticas y sin que nadie, un
amigo, un familiar, nos haya recomendado leerlo. En ocasiones uno se guía por
el nombre del autor, porque antes ha disfrutado con sus escritos previos, pero
otras veces, ante un escritor desconocido, uno se arriesga a empezar la lectura
atraído por la portada o por el breve resumen que precede al texto o, quizá,
por una intuición especial que no se sabe de dónde viene, pero nos invita a
seguir leyendo. Comenzamos el libro con la máxima atención esperando que en
pocas páginas su contenido nos atrape, lo que no siempre sucede, aunque a veces
basta con la primera línea: "Desde
la puerta de La Crónica Santiago mira la avenida Tacna, sin amor:",
"Anoche soñé que había vuelto a Manderley". Y una vez que se
establece ese lazo invisible, nuestra conciencia se abandona al curso del
relato dejando que sea nuestro inconsciente quien se apropie de la belleza de
la prosa, de la música de las palabras, de ese motivo secreto que siempre se
esconde detrás de la escritura. Entonces uno ya lee como si estuviera dentro
del libro, igual que oímos hipnotizados una sinfonía o nos extasiamos
ante un paisaje.
Y nos
da lo mismo que lo leído sea una novela, un ensayo, un poema o un artículo
periodístico, porque no es la extensión lo que cuenta. Esto me ha ocurrido ayer
con un artículo de Antonio Muñoz Molina (Una
historia antigua. El País. Babelia. 21/6/14). Muñoz Molina ha escrito un
artículo que podría haber sido una novela o, tal vez, ha escrito una novela en
el corto espacio de un artículo. Nunca se sabe si es mejor alargar o recortar
lo que se escribe. Es más, pienso que es la misma historia quien decide la
extensión que precisa para ser contada. Jorge Luis Borges escribía
argumentos o resúmenes de novelas, quizá porque pensaba que desarrollar esos
esquemas era una pérdida de tiempo. Sea como fuere, en esos cortos escritos de
Borges hay una insuperable aventura literaria. Puedo decir lo mismo del
artículo de Muñoz Molina y, aunque haya imaginado la novela que podría haber
sido (o pudiera ser en un futuro), lo he leído como si leyera un pequeño libro que
luego he guardado entre mis favoritos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Los comentarios siempre son bienvenidos y me ayudan a mejorar el blog