viernes, 6 de junio de 2014

En el día de hoy

¿Llegará un día en que termine nuestra guerra civil? Sí, la de 1936, la que ganó Franco, una guerra en la que los cañones enmudecieron hace tiempo pero sobrevive en el pensamiento de las personas y se transmite de generación en generación. Porque aquel lejano día de abril terminó la batalla, pero no la guerra. ¿Llegará un día en que no oigamos hablar de Paracuellos ni de Casas Viejas? ¿O que no se esgrima el asesinato de García Lorca contra el de Calvo Sotelo? ¿Llegará un día en que esos nombres y esos lugares figuren en los libros de historia con la misma sencillez que figuran las Guerras Púnicas o la batalla de Las Termópilas? ¿Cuándo acabará el rencor y empezará la historia?

No se trata de olvidar. Las guerras y los muertos nunca se olvidan, como no se olvidan las víctimas de un naufragio o de un desastre natural. Lo que no se puede es seguir viviendo en esa guerra tantos años después, en una guerra que ya es historia.

Vivimos ahora grandes cambios, grandes conmociones. Abdica un rey, decaen los grandes partidos, surgen nuevos líderes... y los inanes tertulianos seguirán vociferando: "¡Paracuellos!", "¡ADN franquista!", "¡Monarquía!", "¡República!", "¡Que viene el Frente Popular!" ¿No se han dado cuenta de que estamos en el siglo XXI, en el año 2014? ¿No comprenden esos descerebrados que es absurdo seguir con esa mierda? Sí, con esa mierda, porque todas las guerras lo son. Preocúpese quien le corresponda de que haya trabajo, libertad de pensamiento, honestidad, futuro para nuestros hijos. Todo lo demás nos importa un carajo.


Enterremos a los muertos con dignidad, a todos, porque todos eran españoles. Y tengamos memoria de lo que fue y ya no es, porque esa es la auténtica memoria histórica, no la que utilizan como señuelo demagógico nuestros queridos charlatanes. Puede que así, algún día, termine esta guerra.

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