La
perfecta democracia es una utopía comparable a la irreal Arcadia. Ni siquiera
en Atenas hubo una democracia ejemplar, ya que ni las mujeres ni los esclavos
tenían derecho al voto. Lo que ahora llamamos democracia es, en apariencia, un
sistema de gobierno mejor que otros (Churchill dixit), pero en modo alguno es
el gobierno del pueblo. La democracia es el estandarte que exhiben los líderes
como antídoto del poder absoluto. Es una falacia. El poder no muere en
realidad, solo se transforma, se hace más asequible, más asimilable por el
ciudadano. El poder absoluto siempre se ha mostrado a cara descubierta, no
oculta su absolutismo; los tiranos son tan sinceros como los asesinos a sueldo.
Los grandes líderes que en la actualidad se autodenominan demócratas son en
el fondo tiranuelos disfrazados con anhelos absolutistas. Pero
estos políticos tampoco ostentan el poder, son solo marionetas-bien pagadas, eso sí- de las
oligarquías financieras, el poder oculto, que, en realidad, ahora ya no es
oculto. La democracia -esta democracia- es un entretejido de eslabones confusos
destinado a engatusar al pueblo, una pantomima de libertad representada por el
voto inútil.
La
posibilidad de cambiar las cosas mediante el voto -el fundamento de la
democracia- es ilusorio y solo es eficaz en los movimientos asamblearios o en
pequeñas comunidades. Es posible derrocar electoralmente a un partido, pero
solo para sustituirlo por otro similar, tan dependiente del capital como el
anterior. La sublimación del poder económico ha hecho inútiles las grandes
guerras como procedimiento de conquista territorial. Es posible que la última
guerra de invasión geográfica sea la que enfrenta a Palestinos e Israelíes.
Ahora ya no es necesario invadir físicamente un país para someterlo: basta con
destruir o esclavizar su economía. En cuanto a los enfrentamientos étnicos o
religiosos basta con cruzarse de brazos y dejar que los contendientes se
exterminen entre sí. Cito a Shlomo Ben Ami: "A diferencia de las democracias, las dictaduras están más equipadas para
dar cabida a la diversidad étnica y religiosa. Como vimos en Yugoslavia y
estamos viendo ahora en las rebeliones de la primavera árabe, una sociedad
multiétnica o multirreligiosa y un régimen autoritario pueden ser una receta
para la implosión estatal". Puede ser, pero al final, lo que estaba
atado y bien atado estalla en un desorden incontrolable.
La democracia actual es hedionda, pero no reivindico la
dictadura. Hay personas que no votan por indignación, otras por despecho o por
desidia. Yo no voy a votar porque pienso que mi voto es inútil. Solo una
abstención masiva en todos los eventos electorales podría inquietar al poder. Y
aún así tengo mis dudas.
PS: Personas inteligentes de mi entorno creen que hay que
votar a partidos minoritarios, ya que la abstención favorece a los grandes. No
estoy convencido. Quizá el mundo ha cambiado y hemos entrado en una nueva era;
pero sabemos por la Historia que los grandes cambios originan grandes
convulsiones y quizá se necesite ahora una gran convulsión para que el mundo en
que vivimos sea más justo.
PS 2 (25/5/2014): No he votado, pero mi mujer quiso votar a un partido minoritario y en su colegio electoral no había papeletas de ese partido. Protestó, como ella sabe hacerlo, lo denunció a la Junta Electoral, revolucionó las mesas e increpó a los delegados. Al final, montar el pollo sirvió de algo: las papeletas aparecieron en una caja olvidada (o escondida) y pudo ejercer su derecho al voto.
Sin comentarios.
PS 2 (25/5/2014): No he votado, pero mi mujer quiso votar a un partido minoritario y en su colegio electoral no había papeletas de ese partido. Protestó, como ella sabe hacerlo, lo denunció a la Junta Electoral, revolucionó las mesas e increpó a los delegados. Al final, montar el pollo sirvió de algo: las papeletas aparecieron en una caja olvidada (o escondida) y pudo ejercer su derecho al voto.
Sin comentarios.
Hoy es el día de reflexión y me lo he pasado reflexionando sin parar. Me gustaría compartir mis reflexiones. A quién las lea, espero que le sirvan de algo. Los que no las lean, no voy a enterarme, así que no dejarán de ser mis amigos.
ResponderEliminarPara empezar, no parece que nos juguemos mucho en estas elecciones. En el Parlamento Europeo seremos unos pocos representantes de un país en bancarrota y, además, divididos.
Sin embargo he reflexionado y creo que esto es una verdad a medias. Serán las primeras elecciones desde las últimas generales, que ganó un señor prometiendo cosas que no pensaba cumplir y no cumplió, que se las ganó a otro señor que dijo que en España no habría crisis y después vio brotes verdes y, entre los dos, nos han dejado como estamos.
Honestamente creo que la abstención no puede ser una opción, no podemos quedarnos en casa para que los mismos que nos han mentido crean que nos tienen en sus manos. Tenemos la oportunidad de decirles que no nos representan y que no queremos que las cosas sigan como están: paro, sanidad y educación con recortes, pensiones que no se actualizan al ritmo de los precios, trabajo esclavo mientras ellos roban sin consecuencias.... Ya os sabéis la película, no necesitáis que os la cuente.
Por supuesto, estas elecciones no cambiarán la composición del Parlamento Nacional ni alcaldías ni comunidades, pero si que pueden cambiar la percepción que los poderosos tengan de nosotros. Tenemos la oportunidad de que dejen de vernos como las ovejas de sus cortijos a las que ordeñan y esquilan a su conveniencia.
Hay que votar, y hay que hacerlo para sobrevivir.
Hay que votar a partidos que no tengan ni un solo imputado entre sus miembros.
Hay que votar a partidos que no tengan deudas ocultas con el poder económico al que deben obediencia.
Hay que votar a quienes no tienen nada que perder (canonjías varias que se han ganado haciendo favores).
Hay que votar para que la gente sepa que hay otras opciones que pueden ser validas para las próximas elecciones.
Hay que votar porque ellos lo van a hacer.
Estoy de acuerdo en lo fundamental. Tú votas y es una opción que respeto;yo, pese a todo, no voy a votar. En todo caso creo que ambas opciones son demasiado débiles para cambiar este desastre. Ojala me equivoque.
ResponderEliminaryo he votado, como dice Marías, tapándome la nariz. Pero quiero creer.
ResponderEliminarYo no he votado y soy más joven que vosotros. Mi falta de fe se asemeja a la de mi padre: "solo una abstención masiva en todos los eventos electorales"
ResponderEliminarPara que la práctica del comercio funcione ha de haber una oferta y una demanda. Si la oferta es escasa el comercio se fortalece mediante la demanda. Si la demanda es mínima, se debilita. Existe un tercer factor aún más importante, que es la necesidad. Si en principio no deberíamos comprar lo que no necesitamos lo hacemos igualmente, la publicidad, el marketing se encargan de ello. La oferta de la política es del peor cinismo hipócrita creado por el hombre, pero eso no le importa a la democracia porque no precisa de una demanda. Ya cuenta con la necesidad de los votantes. La misma que les ofrece esa fe y esperanza en que se pueden cambiar las cosas. Y las campañas electorales para recordádselo.
A veces olvidamos que la religión ha sido y es todavía una forma de gobierno. Como la democracia, es un instrumento capaz de movilizar a millones de personas, solo se requiere creer. Pero como todo instrumento es fácilmente manipulable una vez que aprendemos a hacerlo y los beneficios derivados de esa manipulación de masas son extremadamente suculentos. Economía, recortes, desigualdad social, estos términos son relativos porque creemos resolver un problema participando en la perpetuación de un círculo vicioso. Hemos sido adictos a la religión y somos ahora adictos a la democracia.