lunes, 21 de octubre de 2013

Identidad






Martes, 9
Mi nombre es Alejo Montesini y alguien me vigila. Hay un hombre que parece estar pendiente de mis movimientos. El individuo no está siempre presente, pero se deja ver con demasiada frecuencia para que los encuentros sean casuales. Por otra parte no es un vigilante discreto, quiero decir que no se oculta, no intenta pasar inadvertido, simplemente se muestra ante mí. Supongo que no tuve conciencia de este hecho hasta la tercera o cuarta vez que se dejó ver. Pensé que era alguien conocido aunque no fuí capaz de identificar su rostro ni precisar en que momento y circunstancia se había realizado el conocimiento. Su aspecto, siempre el mismo, no es difícil de olvidar: es un hombre de edad madura, tal vez más joven pero envejecido por la calvicie; su cara es alargada y flaca y luce un escueto bigote; lleva una gabardina blanca ceñida con un cinturón y usa gafas oscuras. 

Yo había salido de mi oficina (una agencia de publicidad), hacia las siete de la tarde, y estaba esperando que se abriera el semáforo para cruzar la calle y dirigirme al aparcamiento cuando lo vi. Su imagen me resultó familiar y supe que lo había visto antes. Después se abrió el semáforo, crucé la calle y dejé de verlo. Durante unos segundos me esforcé en identificar aquel rostro y luego lo olvidé.
Sábado 13
Hoy he vuelto a ver al individuo. Estaba en unos grandes almacenes mirando unas corbatas y al alzar la vista lo he vuelto a ver. Estaba a unos diez metros y parecía interesado en un expositor de ropa interior. Mientras yo le observaba se ha vuelto hacia mí y ha sostenido mi mirada. Por un momento he creído que iba a acercarse y me iba a saludar. Eso hubiera normalizado la situación. Yo hubiera dicho: "creo que nos conocemos, pero no consigo recordar..." Nada de eso ocurrió y reprimí el deseo de hablarle. Fijé la vista en las corbatas y cuando me volví a mirar había desaparecido. No acierto a darle explicación a este suceso y me siento desconcertado. ¿Es posible que alguien me vigile? Le hablaré a Andrés de este asunto.


Sábado 13 (noche)
He hablado con Andrés y se ha reído de mí. Mi amigo es librero, tiene un establecimiento amplio, con una trastienda donde charlamos durante horas, bebemos cerveza y escuchamos ópera. Andrés es un gran aficionado a la ópera y un enamorado de su profesión. Piensa que mis temores son infundados y se trata de una simple coincidencia. No me ha convencido del todo. Esta noche voy a ver a Patricia, pero no creo que hable con ella de este asunto. Patricia está casada y es mi amante desde que mi mujer me abandonó y se fue a vivir con un jugador de baloncesto de origen balcánico. Ella y mi mujer eran amigas. Como todas las relaciones clandestinas nuestra vida es complicada y tenemos que aprovechar las ausencias de su marido para vernos.
Martes 17
He vuelto a ver a mi perseguidor en un restaurante. Yo estaba cenando con mi jefe y un cliente importante y lo he descubierto en una mesa vecina. Estaba solo y tenía puesta la gabardina blanca. Me pareció una extravagancia cenar con la gabardina puesta, aunque quizá lo hacía para delatar su presencia de forma inequívoca. Me puse muy nervioso. No cabía ya pensar en coincidencias: aquel sujeto estaba allí por alguna razón que, por el momento, escapaba a mi comprensión. Como en ocasiones anteriores no me miraba de manera constante, permanecía atento a su comida y sólo de vez en cuando levantaba la mirada y la dirigía hacia mí, siempre con la misma expresión indiferente pintada en el rostro. Esa expresión me desconcierta y me parece más amenazante que si me mirase con odio o con la mirada profesional de un vigilante. Entonces creí comprender: era un detective privado contratado por el marido de Patricia. Estaba claro, el hombre sospechaba que su mujer le era infiel y había pagado a un profesional para que obtuviese pruebas del adulterio. Así que era eso. Pero si esta teoría resolvía el misterio, añadía una inquietud diferente: la de sentirme descubierto. No obstante la situación era más manejable, al menos me movería en un terreno conocido. Siempre podría hablar de manera civilizada con el marido de Patricia y alcanzar un compromiso. Ahora bien, si en efecto aquel tipo era un detective ¿por qué se dejaba ver? No era la forma normal de comportarse de un investigador o, por lo menos, no se ajustaba al patrón clásico. Por definición un detective debía mantenerse oculto y ser descubierto constituía una impericia profesional. Y en otro orden de cosas, ¿qué debía hacer yo? ¿Ignorar su presencia? ¿Abordarle? No sé lo que hubiera hecho de haberme encontrado solo, pero era imposible hacer nada en presencia de mi jefe y de nuestro invitado. Aquella cena era una importantísima reunión de trabajo que requería toda mi atención, la cual estuvo lejos de ser la necesaria. Estuve silencioso y distraído con gran disgusto de mi jefe, que me lo hizo notar con miradas significativas. En uno de mis constantes giros de cabeza comprobé que el tipo había desaparecido.

Martes 17 (noche)

A pesar de todo estoy convencido de que mi perseguidor es un detective contratado por el marido de Patricia. Tengo que hablar con ella cuanto antes.


Miércoles 18

He hablado con Patricia y rechaza por completo mi hipótesis. Afirma que su marido es transparente y no le cree capaz de hacer una cosa así. De haber tenido alguna sospecha hubiera hablado con ella. Además ella nunca ha visto un individuo como el que yo le he descrito. Cree que debe de tratarse de una confusión. Es una posibilidad, puede que me estén confundiendo con otro. En ese caso debo encontrar una forma de deshacer el equívoco cuanto antes.


Domingo 21

He ido a un concierto con Andrés, un recital de una mezzosoprano checa de nombre impronunciable, desconocida para mí, pero muy famosa entre los entendidos. Al volver la cabeza en un momento he descubierto al individuo de la gabardina blanca en la última fila. Faltando a la compostura le he susurrado a Andrés el descubrimiento. Andrés lo ha visto y en el mismo tono me ha sugerido un plan. En el intermedio del concierto Andrés ha salido al vestíbulo con rapidez. Yo me he levantado y he me dirigido con resolución hacia mi perseguidor, el cual, al adivinar mis intenciones, se ha levantado y se ha dirigido hacia la salida. Pero allí estaba mi amigo cerrándole el paso. Ha intentado escabullirse pero Andrés le ha detenido sujetándole por la gabardina. Muy nervioso y sin alzar en exceso la voz le he preguntado: ¿Qué quiere de mí? ¿Por qué me persigue? Un poco pálido, pero tranquilo, el individuo ha respondido: Cumplo una misión. Ahora ya sólo me queda entregarle esto. Me ha entregado un sobre cerrado y ha aprovechado nuestra sorpresa para perderse entre el público. He abierto el sobre y hemos leído la nota que contenía.


Lunes 22 (noche)

He releído la misiva decenas de veces y ahora la tengo ante mí. Es una tarjeta grande, alargada, de color crema y el papel es de buena calidad. En ella está escrito: MAÑANA A LAS DIEZ DE LA NOCHE RECIBIRÁ UNA VISITA DE SUMA IMPORTANCIA PARA USTED. 

Son las diez menos cinco y espero. Andrés ha querido acompañarme pero me he negado. Solo yo debo desvelar este misterio. Son las diez y mi corazón late atropelladamente. Suenan unos golpes en la puerta y me levanto a abrir. No puedo dar crédito a mis ojos: es como enfrentarme a mi propia memoria o sumergirme en un espejo infinito. En el umbral hay un hombre que es idéntico a mí. Con mi misma voz me dice: 

-Dios le guarde. Soy Alejo Montesini y quiero hablar con usted.



8 comentarios:

  1. Hola Manuel, feliz año, he estado intrigada hasta el final, qué bueno, un encuentro contigo mismo, que original. Me gustó mucho, gracias, un abrazo

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    1. Feliz año, joseme. Voy a intentar escribir más cuentos.

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  2. Xd, qué cosa tan inquietante!! Y claro, ni continuación ni nada, Así nos dejas. Me ha encantado, Manuel. Es muy bueno, aunque veo que ya tiene un tiempo, está muy al día.
    Un abrazo.

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    1. Hola, Rosa. No soy muy bueno escribiendo cuentos, pero como le he dicho a joseme voy a intentarlo.

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  3. Intrigada hasta el final. Debe de ser inquietante enfrentarse en un cara a cara con nuestro otro yo sin esperarlo. Yo no sabría qué decirle ni qué hacer.

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    1. Creo que yo tampoco y por eso terminé el cuento. Hablando en serio, siempre me ha intrigado el tema de la identidad. Es escurridizo.

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  4. Muy bueno encontrarte contigo mismo. Te seguiré seguro que escribes mas cuentos. Un saludo

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    1. Esperemos que escriba más, María del Carmen. Un saludo.

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