viernes, 24 de noviembre de 2017

Años 1960 - Salidas nocturnas


Luís Porres recorre de un lado a otro la habitación. De vez en cuando se asoma al amplio ventanal. Su mujer permanece sentada en un ángulo de la estancia.

-Las doce y cuarto de la noche y Rosa sin venir. ¿Es esta la educación que le das a tus hijas? -dice con voz tensa mirando a su esposa.
-Te aseguro que no me lo explico, Luis. Rosita siempre está aquí antes de las diez. A veces sale luego un rato con sus amigas, pero lo de hoy es un poco raro.
-¿Y lo dices así, tan tranquila? ¿Es que no estás preocupada?
-Pero, Luis, si está con sus amigos de siempre. Con el hijo de Rosillo, que es muy formal, con Susana, con Loli y los demás, si los conoces a todos.
-Ya. El hijo de Rosillo. Parece mentira que no te des cuenta de las cosas. Roberto es un gran muchacho, pero no tiene atractivo para las chicas. ¡Ojala estuviese con el hijo de Rosillo! Pero mucho me temo que a tu hija le gusten otros.
 -La verdad es que el pobre no es muy agraciado, pero es tan buen chico...
-Para el caso es lo mismo, Amparo -se irrita de nuevo Luis Porres -. La cuestión es que mira la hora que es y Rosa aún no ha llegado. 
-Seguro que han tenido una fiesta más larga y se ha entretenido.
-¡Que no son horas, coño! Puede que esté con la pandilla o puede que no. Esté con quien esté, ¿te parece lógico que ande por ahí a estas horas de la noche?
-Pero Luis, que estamos en Fallet.
-¡Por eso, Amparo, por eso! Este pueblo ha cambiado mucho, ya no es lo que era. Está lleno de night clubs y de cabarets.
-Pero, Luis, sé razonable. ¿Qué le puede pasar a la niña?
-¿Que qué le puede pasar? A veces pareces tonta. ¿Te gustaría que a tu hija le hiciesen una tripa?
-Por Dios, Luis, no digas barbaridades.
-Pero bueno, ¿tú qué te crees -dice Luis Porres cruzándose de brazos ante su mujer-, que tu hija es un espíritu puro?
-¡Qué cosas dices! Si quisiera pecar tendría todo el tiempo del mundo para hacerlo. ¡Si no veo a los niños en todo el día!
-La oportunidad, Amparo, la oportunidad. Que no te enteras de nada. Esas cosas suceden de noche, si lo sabré yo...

Se interrumpe al oír el ruido de la puerta. Se vuelve. Entra Rosa con cara afligida.

-Hola papá, hola mamá. Me he retrasado un poquito.
-¿Sabes qué hora es? -dice Luis Porres.
-Sí, ya sé que es un poco tarde. Perdón -contesta Rosa e intenta escabullirse hacia el interior.
-¡No tan deprisa! ¿Te parece bonito llegar a estas horas?
-Ya he pedido perdón.
-¡Ah, y con eso se arregla todo! La señorita piensa que con pedir perdón es suficiente.

Rosa calla y su padre se exalta cada vez más.

-¡A ver! ¿De dónde vienes?
-De estar con la pandilla. Hemos tenido guateque en casa de María Eugenia y se ha prolongado un poco.
-¿Un poco? ¿Me quieres hacer creer que un guateque ha durado hasta las doce y media?
-Bueno, no... Es que luego nos hemos ido a dar una vuelta.
-¿Ah, sí? ¿Con quién y por dónde?
-Con Susana y Marisa y Loli. Pero bueno, ¿a qué viene este interrogatorio?
-¡Oye niña, mide tus palabras! Esa no es forma de hablarle a tu padre. ¡Contesta! ¿Con quién estuviste?
-¡Ya te lo he dicho! Mamá, ¿a qué viene esto?
-¡Deja a tu madre en paz, estás hablando conmigo! ¡Contesta!
-¿Por qué me tratas así? ¡Ya no soy ninguna niña! ¡Tengo derecho a disfrutar de mi propia libertad!
-Para andar golfeando por ahí, ¿verdad? ¡Tu tendrás la libertad que yo quiera darte! ¿Entendido?
-¡No, no entiendo nada! ¡Eres injusto, injusto!
-¡Cállate Rosa, que no respondo!
-¡No me callaré! ¡Lo repetiré mil veces! ¡Eres injusto, injusto!

Luis Porres alza la mano y abofetea a su hija. Rosa se echa hacia atrás con los ojos muy abiertos. Luego rompe a llorar y escapa corriendo escaleras arriba.Se arroja sin desvestirse sobre su cama, solloza durante un largo rato, en ese momento detesta a su padre y cree que el mundo es cruel. Se siente la persona más desgraciada del mundo y esa sensación comunica intensidad a su llanto. Luego el llanto cede paso a los recuerdos. Ha estado con Jimmy. Ha paseado con Jimmy a luz de la luna y se han besado. Rosa se estremece.

En la oscuridad, Rosa oye la voz de su hermana Julieta que tiene quince años.

-Rosa. Oye, Rosa
-¿Qué quieres?
-Te ha pegado, ¿verdad?
-Anda, duérmete, que es muy tarde.
-¿Pero te ha pegado?
-Sí.
-¡Es un cerdo!
-Cállate, anda. Y duerme.
-Cuéntamelo todo, por favor -dice Julieta encendiendo la lamparita de noche. Rosa guarda silencio y Julieta insiste -: Has estado con un chico, ¿verdad? ¿Con Jimmy?
-Sí, con Jimmy.
-Jo, qué suerte. Está como un queso. ¿Se te ha declarado?
-¡A ti que te importa!
-No seas así, cuéntamelo todo. ¿Te ha besado?

Rosa se desviste y se acuesta.

-Anda, apaga la luz.
-Pero te ha besado, ¿sí o no?
-Sí, me ha besado. ¡Apaga la luz!
-Qué suerte tienes -dice Julieta obedeciendo la orden de su hermana. Al poco su voz vuelve a oírse en la oscuridad -. ¿Ha sido un beso de lengua o normal?
-¡Pero bueno, será posible! ¡Calla de una vez!
-Bueno, ya me callo. Buenas noches, Rosa.
-Buenas noches.
-Rosa...
-Qué.
-¿Estás enamorada de Jimmy?
-Sí, pero no se lo digas a nadie.
-No te preocupes, soy una tumba. Buenas noches.
-Buenas noches.

2 comentarios:

  1. En casa a las 10 para cenar, pero solo las chicas. Los chicos podían salir después de la cena.
    Me has llevado totalmente a la situación. Tan real y tan lejano. Lo que me extraña es que no hayamos salido más rebeldes, más peleonas.

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  2. La cuestión es que la mayoría de las chicas aceptaban esa sumisión.

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