domingo, 12 de octubre de 2014
Palabra de Consejero
Me parece populista, y por tanto
superficial, hablar de "la casta" en un sentido peyorativo. Es una
simplificación tan inconsistente como otras del lenguaje coloquial -llamar
fascista a todo el que no es de izquierdas o rojo al que lo es-, pero útil para
englobar en una sola palabra todo lo que se pretende deshonesto o ineficaz. Al
fin y al cabo la casta es solo un sistema de estratificación social que a
priori no es necesariamente perverso, y tildar de "casta", con
comillas, a quienes se dedican con mejor o peor fortuna a la política es
erróneo, ya que a esta dedicación se accede desde diferentes estratos de la
sociedad. Item más cuando quienes denigran "la casta" son ya, o están
a punto de serlo, miembros por derecho de ella, a menos que en su ejercicio de
la política rechacen denominarse políticos -que sería lo correcto según la RAE-
y se otorguen otras denominaciones exóticas para que nadie piense que son, al
propio tiempo, detractores e integrantes de "la casta".
Así las cosas, el doctor
Francisco Rodríguez, Consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, ha
declarado, a propósito de la crisis del Ébola, que si tiene que dimitir,
dimite, porque él llegó a la política "comido" y "con la vida
resuelta". Lo cual, mutatis mutandis,
equivale a reconocer que otros colegas suyos, que no hayan comido ni resuelto
su vida, acceden a la política solo para forrarse, como diría Forges, lo que, a
estas alturas, tampoco es una novedad. Pero no recojo aquí estas declaraciones,
arrogantes y horteras, porque el señor Rodríguez sea un político, es decir, un
miembro de "la casta", ni porque se ponga en evidencia, una vez más,
la tremenda ineptitud de algunas personas para el cargo que son designados,
sino porque este sujeto pertenece además a otra casta, o digamos a otra
profesión, que, por desgracia, es también la mía.
Las denuncias a políticos y la
divulgación de sus maldades se han hecho tan vastas y cotidianas que poco a
poco van perdiendo eficacia. La gente ya casi ni se inmuta ante el escándalo
nuevo de cada día, y el caparazón con el que se reviste el político frente a
quien le acusa es cada vez más rocoso. Pero no crean que mi disgusto porque
estas sandeces las haya pronunciado un médico tiene algo de corporativo. En la
Medicina, como en cualquier otra profesión, hay de todo, y nadie más incómodo
que yo con ese halo reverencial que a veces nos atribuyen los pacientes. Estoy
pensando que el lenguaraz Consejero es Jefe de la Unidad de Hipertensión del
Hospital Gregorio Marañón, un Centro donde trabajan excelentes profesionales.
Solo espero que la larga trayectoria política del susodicho le haya mantenido
alejado de la actividad asistencial, porque si no es así y sus criterios
médicos se asemejan a sus impresentables criterios políticos, habría que
recomendar a sus pacientes hipertensos que huyeran como alma que lleva el
diablo.
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