domingo, 21 de abril de 2019



MATERIA OSCURA (Relato)

Cuando M se despertó contempló asombrado que una mitad de su habitación estaba oscura y la otra iluminada. La ventana estaba abierta y la luz que entraba se dividía en rayos brillantes y oscuros. Intrigado saltó de la cama y, frente al espejo, comprobó con alivio que él no había cambiado, seguía siendo el mismo en cuanto a iluminación se refiere. Se asomó a la ventana y observó con sorpresa que en los edificios se repetía la distribución entre zonas oscuras e iluminadas. Todo lo demás parecía estar en orden, los coches y los autobuses circulaban con normalidad por la calzada y por las aceras discurrían sin problema los transeúntes. Bien es verdad que algunos vehículos eran oscuros y otros iluminados y lo mismo ocurría con los peatones, pero, al margen de esa peculiaridad, nada indicaba que algo extraño estuviera ocurriendo.

A M le pareció raro. Encendió el ordenador y buscó información en los periódicos digitales. Grandes titulares le informaron del acontecimiento: "¡Invasión de la materia oscura!" "La materia oscura del universo llega a nuestro planeta". "Un error en un experimento desencadena un fenómeno cósmico". M leyó con avidez la letra pequeña: "La anomalía se ha originado en el acelerador de partículas de un laboratorio de Maryland. Durante un experimento rutinario, se produjo una partícula no identificada que los físicos no pudieron controlar y escapó por una ventana del laboratorio a velocidad cercana a la de la luz. Los científicos creen que es la responsable del fenómeno".

M encendió la televisión. Un físico muy joven y muy nervioso estaba dando explicaciones: "...es un bosón, pero muy pequeño, ¡quién podía imaginarlo! Nuestro aparato es muy sencillo, no puede alcanzar grandes energías, así que fue una sorpresa que escapase del acelerador". M cambió de canal y escuchó las palabras de un premio Nobel de Física que siempre le había caído mal. El ilustre científico decía: "Estas cosas ocurren por menospreciar las partículas de baja energía. Los jóvenes piensan que solo importan el bosón de Higgs y otras superpartículas, pero la física moderna tiene que considerarlo todo".

El fenómeno era sorprendente, pero no parecía ser dañino. En el autobús que M tomaba para ir a la oficina había personas que eran oscuras y otras iluminadas. Advirtió que el conductor, pese a ser oscuro, conocía el trayecto a la perfección y se detenía en las paradas habituales. Los viajeros iluminados y los oscuros se miraban con perplejidad, aunque unos y otros enseguida recuperaban la expresión resignada de los que van a trabajar un lunes. En el trabajo no había nadie oscuro, lo cual no resultaba raro porque M trabajaba en una sucursal bancaria atendida solamente por tres empleados. No obstante, el pequeño recinto mostraba dos zonas de iluminación claramente diferenciadas; asimismo, durante la mañana, entraron en el banco tanto clientes iluminados como oscuros, que fueron atendidos de la forma habitual.

A mediodía se emitió un comunicado oficial por televisión llamando a los ciudadanos a la serenidad y quitando trascendencia a lo sucedido. Las palabras del Presidente del Gobierno, que apareció en una rueda de prensa, fueron confusas pero no inquietantes, y de paso aprovechó para culpar a los populistas. Al otro lado del océano, el presidente de Estados Unidos había vociferado: “¡El bosón es nuestro! ¡No admitiremos a la materia oscura, construiremos un muro!” Al final un tipo bajito, que dijo ser cosmólogo, ofreció una farragosa explicación que no entendió nadie. Pocos días después la noticia dejó de figurar en la primera plana de los diarios y la vida siguió como siempre.

En esos días extraños M conoció a Carol, una chica oscura muy atractiva y empezaron a salir. M descubrió que Carol, pese a la diferente forma en que reflejaba la luz, era una chica normal, sensible, divertida y compartía con ella muchas cosas. M y Carol se sentían felices y empezaron a hacer planes a largo plazo.

Una mañana, al despertar, M comprobó que Carol no estaba a su lado. Se incorporó inquieto y tras unos segundos de aturdimiento advirtió que su habitación estaba totalmente iluminada. Habían desaparecido las sombras. Corrió a encender el televisor y allí estaba el físico joven gritando alborozado: “¡El bosón ha vuelto, lo hemos recuperado!”. Después apareció el premio Nobel afirmando que la posible invasión de la materia oscura era algo que él había predicho tiempo atrás. El presidente del Gobierno envió un mensaje tranquilizador a la ciudadanía y dijo que las finanzas no habían resultado afectadas por la invasión. Por su parte el presidente de EEUU se atribuyó la expulsión de los oscuros y dijo que el mundo se había salvado. Las cámaras recorrieron las calles y recogieron las impresiones de la gente. Todo el mundo sonreía y parecía feliz.

Todos menos M. Comprendió que nunca volvería a ver a Carol.