sábado, 13 de diciembre de 2014

Llueve


Los Fronterizos


Fue una de esas oleadas musicales que se extienden sin previo aviso sin que nadie sepa por qué, uno de esos fenómenos de los que crees ser el descubridor o que formas parte de un reducido grupo de descubridores, pero adviertes enseguida con asombro que esas canciones distintas las escucha más gente, cada vez más gente, y lo que creías privado, exclusivo de unos pocos, se extiende como una marea lenta pero imparable, y en unas semanas, en unos meses, en un año como mucho, esa música se ha apoderado de las reuniones, de las radios, las televisiones y los discos, y se han instalado también en tu guitarra y en tu voz. En la segunda mitad de la década de los 60 oías sobre todo música cantada en inglés, algunas canciones en italiano y pocas en español. El folclore -el de cualquier lugar- no tenía mucho predicamento entre tus amigos, aunque las canciones sudamericanas de toda la vida- boleros, rancheras, etcétera- eran idóneas para cantar y guitarrear en las reuniones. Un día alguien te hizo escuchar a un conjunto folclórico argentino llamado Los Fronterizos. Tú no conocías nada de la música folclórica argentina, a excepción del tango, pero aquella música era muy diferente, no era urbana o de barriada, era un canto áspero, campesino, de voces incultas, que parecía recién salido de la tierra. Aquel disco cambió el rumbo de la música que normalmente hubieras debido seguir oyendo, y te apartó casi por completo de otras músicas que no fueran folclore argentino. Luego conociste otros grupos y otros cantantes que se hicieron famosos o ya lo eran en Argentina, y algunos vinieron a cantar en España y otros países europeos, y como siempre ocurre había quienes preferían a este conjunto o a aquel otro, aunque todos interpretaban esa música que te había cautivado, y cuando actuaban bajabas a los camerinos para saludarlos, como si fueras un adolescente fan de tus ídolos. También vinieron otros argentinos que no eran famosos ni aquí ni en su país, chicos corrientes que cogían su guitarra y se venían a España a probar fortuna, a cantar zambas y chacareras en las peñas y en los garitos, donde los oías a menudo y te hacías su amigo y cantabas con ellos a veces.



Aquella oleada terminó un día como suelen acabar todas las oleadas, siendo sustituida por otras músicas o simplemente olvidada. Un día de pronto descubriste que los cantantes que ibas a oír en los teatros ya no venían a España y que los grupos que tanto te gustaban se habían disuelto. Te sorprendió comprobar que ya nadie cantaba folclore argentino, se cantaban otras canciones, otras músicas, y los argentinos que cantaban en los garitos ya no estaban y no sabías qué había sido de ellos. No sabes por qué te ha dado ahora por recordar y casi ni quieres saber, después de tantos años, qué fue de aquella música ni qué fue de sus intérpretes, si todavía cantan o siquiera si viven. Pero buscas en internet que es como una bola mágica, como un aleph donde se encuentra todo, y sí, ahí están todavía Los Fronterizos cantando aquellas canciones que se te enredaban en el pensamiento y en la voz. Después de oírlos puede que  desempolves con sigilo tu vieja guitarra y, sin que nadie te escuche, entones con torpeza y ya sin voz una de aquellas canciones que un día te conmovieron.