viernes, 1 de noviembre de 2013
Sobre la democracia
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Bucles |
"La capacidad humana para la crueldad es ilimitada. Puede que capacidad no sea la mejor palabra, pues sugiere una energía activa, y, en este caso, dicha energía no es ilimitada. La indiferencia humana a la crueldad es ilimitada. Al igual que lo son todas las luchas contra esa indiferencia".
"Todas las tiranías entrañan crueldades
institucionalizadas. No tiene sentido a este respecto comparar una tiranía con
otra, porque, pasado un punto, todos los dolores son incomparables".
"Las tiranías no solo son crueles por sí mismas, sino que además
ejemplifican la crueldad y, por consiguiente, fomentan la capacidad para serlo,
y la indiferencia frente a ella entre los tiranizados."
John Berger
"La cuestión, en realidad, es ¿qué le hemos
hecho a la democracia? ¿En qué la hemos transformado? ¿Qué sucede cuando la
democracia se agota? ¿Qué sucede cuando se la vacía de significado? ¿Qué sucede
cuando todas sus instituciones se han metastatizado en algo peligroso? ¿Qué va
a suceder ahora que la democracia y el mercado libre se han fusionado en un
solo organismo depredador, dotado de una imaginación limitada, estrecha, que
prácticamente sólo gira en torno a la idea de incrementar al máximo los
beneficios? ¿Se puede dar marcha atrás a este proceso? ¿Puede algo que ha
mutado volver a ser lo que era?".
Arundhati Roy
En los tiempos
que corren, ser de izquierdas es un estado mental no una realización práctica.
No hay margen para el idealismo. La derecha no es una ideología, nunca lo ha
sido. La derecha es sólo la no-izquierda.
Izquierda y derecha se reparten atributos inamovibles, falsos y arcaicos. La
izquierda es (o debería ser) progresista, laica y social. La derecha es
católica, conservadora y, según ellos, liberal. En el mundo de los mercados
todo esto carece de significado. Europa, tras algunas revoluciones frustradas,
vuelve a ser la Europa
de los mercaderes que ya se impuso en el siglo XVI. En la actualidad apenas hay dictadores, su lugar lo ocupan los poderes financieros. No hay más. Las democracias son como los adornos navideños: decoran
las ciudades y hacen felices a los niños.
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