¿Pero qué
es la sinestesia? La ciencia dice: "Sinestesia es la asimilación conjunta
o interferencia de varios tipos de sensaciones de diferentes sentidos en un
mismo acto perceptivo". Vale, pero esta definición tan académica no nos
descubre la magia de este fenómeno. Un sinestésico puede oír colores, ver
sonidos, y percibir sensaciones gustativas al tocar un objeto. No es que lo
asocie o tenga la sensación de sentirlo: lo siente realmente.
¿Cómo
es posible este prodigio? Todavía no sabemos muy bien porqué se produce, a
pesar de que ya era conocido por los filósofos griegos. En 1880, Sir Francis
Galton publicó la primera comunicación científica sobre la sinestesia. Hasta
entonces, los que aseguraban que la música tenía color o que podían saborear
las palabras eran considerados dementes. A causa de esto, muchos sinestésicos
preferían ocultar sus percepciones, y otros canalizaban sus habilidades por la
vía del arte, terreno en el que su "excentricidad" era menos
comprometida.
Si en
el siglo XIX este fenómeno se consideraba un trastorno mental, podemos imaginar
su significado en la Edad Media. Cuántas personas habrán sido condenadas a la
hoguera, acusadas de brujería, o sometidas a tenebrosos exorcismos, solo por
confesar que percibían los colores del viento o el sabor de los nombres.
¿Pero
es o no es un trastorno mental la sinestesia?
Esta era la respuesta de Oliver Sacks: “Hace veinte años, la sinestesia
–unión automática de dos o más sentidos- era considerada por los científicos (y
eso cuando se la tenía en cuenta) como una curiosidad rara. Ahora debemos
considerarla como una parte esencial y fascinante de la experiencia humana”. Y
debía tener razón, porque para la mayoría de los "afectados", la
sinestesia funciona como un don que enriquece su experiencia del mundo.
Vladimir
Nabokov, un sinestésico reconocido, en su autobiografía Speak, Memory, nos
explica: ” El único inconveniente de la sinestesia es que, cuando alguien está
hablando, es fácil distraerse con los colores de sus frases. (...) Para mí, por
ejemplo, una H es siempre de color rojizo anaranjado, mientras que la L adopta
el mismo tono que la leche en un tazón de cereales”
No está
claro si Rimbaud y Baudelaire fueron sinestésicos auténticos, sobre todo el
segundo, ya que las drogas, sobre todo el LSD, pueden crear sensaciones
sinestésicas, y Baudelaire, como se sabe, era muy dado a experimentar con estas
sustancias. Vean un verso de Baudelaire:
"Hay
perfumes frescos como carnes de niños,
Dulces
como los oboes, verdes como los prados,
Y otros
corrompidos, ricos y triunfantes".
O el
famoso el soneto de Arthur Rimbaud, titulado "Voyelles", que en su
inicio describe los colores de las vocales. Comienza así:
"A
negro, E blanco, I rojo, U verde, O azul: vocales
Yo diré
algún día vuestros nacimientos latentes:
A,
negro corsé velludo de las moscas brillantes
Que
zumban alrededor de hedores crueles",
Quizás también
fueron sinestésicos Mondrian y Klee. Seguro lo fue Vassily Kandinsky, quien en
sus cuadros afirmaba combinar cuatro sentidos: olor, color, tacto y olor. Concluyo
con otra afirmación de Oliver Sacks:
"Quienes disfrutan de esta cualidad, poseen un elevado coeficiente
intelectual, así como una gran inteligencia emocional".
Ah,
olvidaba decirles que a David Hockney le encantan las piscinas.