Nací en Toledo un día de febrero y ese día un incendio destruía la
ciudad vieja de Santander. Sin embargo en Toledo nevaba. Los augures hubieran
dicho que nací entre el fuego y la nieve y habrían hecho predicciones. Ahora ya
no hay augures y es tarde para pensar en el fuego y la nieve, pero hubo un
tiempo en que creía o me gustaba creer en esos símbolos. Siempre hay un momento
para creer en todas las cosas.
Escribir sobre uno mismo es una maldita tentación contra la que se
lucha toda la vida y al final se acaba sucumbiendo. Uno tiene la absoluta
certeza de que su vida no le interesa a nadie (tal vez a 4 o 5 personas), pero
cuando se llega a una determinada edad uno se dice a sí mismo: debería dejar
constancia de algo. Quizá por eso haya iniciado este blog. Quizá estoy
empezando a dejar constancia.