Roberto Bolaño tuvo una vida corta. Nació en Chile en 1953 y murió en
Barcelona en 2003. Si "Los detectives salvajes" fue una novela
reveladora, su obra póstuma, "2666" (2004) fue su consagración
internacional.
He recogido aquí algunos fragmentos de este escritor:
"Escribir no es normal. Lo normal es leer y lo placentero es leer;
incluso lo elegante es leer. Escribir es un ejercicio de masoquismo; leer a
veces puede ser un ejercicio de sadismo, pero generalmente es una ocupación
interesantísima".
"¿Entonces qué es una escritura de calidad? Pues lo que siempre ha
sido: saber meter la cabeza en lo oscuro, saber saltar al vacío, saber que la
literatura básicamente es un oficio peligroso. Correr por el borde del
precipicio: a un lado el abismo sin fondo y al otro lado las caras que uno
quiere, las sonrientes caras que uno quiere, y los libros, y los amigos, y la
comida"
“Lo brutal siempre es la muerte. Ahora y hace años y dentro de unos años:
lo brutal siempre es la muerte.”
“Atiende esto, hijo mío: las bombas caían
sobre la Ciudad de México
pero nadie se daba cuenta.
El aire llevó el veneno a través
de las calles y las ventanas abiertas.
Tú acababas de comer y veías en la tele
los dibujos animados.
Yo leía en la habitación de al lado
cuando supe que íbamos a morir.
Pese al mareo y las náuseas me arrastré
hasta el comedor y te encontré en el suelo.
Nos abrazamos. Me preguntaste qué pasaba
y yo no dije que estábamos en el programa de la muerte
sino que íbamos a iniciar un viaje,
uno más, juntos, y que no tuvieras miedo.
Al marcharse, la muerte ni siquiera
nos cerró los ojos.
¿Qué somos?, me preguntaste una semana o un año después,
¿hormigas, abejas, cifras equivocadas
en la gran sopa podrida del azar?
Somos seres humanos, hijo mío, casi pájaros,
héroes públicos y secretos”.
“Ser atracador de bancos, por ejemplo. O director de cine. O gigoló. O ser
niño otra vez y jugar en un equipo de fútbol más o menos apocalíptico.
Desafortunadamente el niño crece, al atracador lo matan, el director se queda
sin dinero y el gigoló enferma, y entonces ya no te queda más alternativa que
escribir”.
"Follar
es lo único que desean los que van a morir. Follar es lo único que desean los
que están en las cárceles y en los hospitales. Los impotentes lo único que
desean es follar. Los castrados lo único que desean es follar. Los heridos
graves, los suicidas, los seguidores irredentos de Heidegger. Incluso
Wittgenstein, que es el más grande filósofo del siglo xx, lo único que deseaba
era follar. Hasta los muertos, leí en alguna parte, lo único que desean es
follar. Es triste tener que admitirlo, pero es así".
“Leer es como pensar, como rezar, como hablar con un amigo, como exponer
tus ideas, como escuchar las ideas de otros, como escuchar música, sí, sí, como
contemplar un paisaje, como salir a dar un paseo por la playa”.
"Recuerdo una noche en la estación ferroviaria de Mérida. Mi amiga
dormía dentro del saco y yo velaba con un cuchillo en el bolsillo de la
chaqueta, sin ganas de leer. Bueno... Aparecieron frases, quiero decir, en
ningún momento cerré los ojos ni me puse a pensar, sino que las frases
literalmente aparecieron, como anuncios luminosos en medio de la sala de espera
vacía. En el otro lado, en el suelo, dormía un vagabundo, y junto a mí dormía
mi amiga y yo era el único despierto en toda la silenciosa y asquerosa estación
de Mérida. Mi amiga respiraba tranquila bajo el saco de dormir rojo y eso me
tranquilizaba. El vagabundo a veces roncaba, a veces hablaba en sueños, hacía
días que no se afeitaba y usaba su chaqueta de almohada. Con la mano izquierda
se cubría el pecho. Las frases aparecieron como noticias en un marcador
electrónico. Letras blancas, no muy brillantes, en medio de la sala de espera.
Los zapatos del vagabundo estaban puestos a la altura de su cabeza. Uno de los
calcetines tenía la punta completamente agujereada. A veces mi amiga se movía.
La puerta que daba a la calle era amarilla y la pintura presentaba en algunos
lugares un aspecto desolador. Quiero decir muy tenue y al mismo tiempo
completamente desolador. Pensé que el vagabundo podía ser un tipo violento.
Frases. Cogí el cuchillo sin llegar a sacarlo del bolsillo y esperé la
siguiente frase. A lo lejos escuché el silbato de un tren y el sonido del reloj
de la estación. Estoy salvado, pensé, íbamos camino a Portugal y eso sucedió
hace tiempo. Mi amiga respiró. El vagabundo me ofreció un poco de coñac de una
botella que sacó de su hatillo. Hablamos unos minutos y luego nos callamos
hasta que llegó el amanecer."
“(no me gusta) la unanimidad sacerdotal, clerical, de los comunistas.
Siempre he sido de izquierda y no me iba a hacer de derechas porque no me gustaban los
clérigos comunistas, entonces me hice trotskista. Lo que pasa que luego, cuando
estuve entre los trotskistas, tampoco me gustaba la unanimidad clerical de los
trotskistas, y terminé siendo anarquista [...]. Ya en España encontré muchos
anarquistas y empecé a dejar de ser anarquista. La unanimidad me jode
muchísimo".
“Déjenlo todo, nuevamente láncense a los caminos”.