actuaciones en directo, la cantante hizo famosos sus atractivos deshabillés, lo que marcó un antes y un después, en lo que a vestuario escénico se refiere, un estilo que fue imitado, y ya nunca abandonado, por sus numerosas sucesoras.
Lo que nadie podía prever es que las imágenes sexy, como método promocional, fueran también adoptadas, poco después, por algunas intérpretes de música clásica. Las primeras imágenes que nos sorprendieron fueron las de la excepcional violinista Anne Sophie Mutter, y aunque sus fotos no fueran eróticas sensu stricto, nos impresionó su sosegada y enigmática belleza, tan alejada de los monásticos atuendos de otras afamadas intérpretes.
Sin embargo observen la sensual imagen de Janine Jansen, una estupenda violinista holandesa, o las fotos del Cuarteto Bond integrado solo por mujeres, que, aunque no lo parezca, son solventes intérpretes de música clásica.
Otro tanto diríamos de Sharon Bezaly, la flautista que más discos graba en la actualidad, que aunque no se desviste adopta poses muy sugestivas.
Algo más atrevida es la carátula de la violinista Vanessa Mae, nacida en Singapur, y claramente no son aptas para menores las fotos promocionales de la también violinista Analiza Ching, el último descubrimiento británico.
No sé
si estas actitudes son criticables por las feministas, pero a mí me parecen
bien. Primero porque el marketing es el que manda, y segundo porque las personas
son libres de utilizar su físico como les parezca. En otro orden de cosas, si escuchar buena música desencadena
sensaciones placenteras y contemplar imágenes sugerentes también, sumados ambos
estímulos, uno puede alcanzar cotas insospechadas. Algo así como ensimismarse
con un cuadro de Monet mientras suena música de Debussy.
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