Cada
día, cada hora, cada minuto, mueren personas en todo el mundo. Muchas de esas
muertes son justificables: vejez, enfermedades, accidentes, catástrofes
naturales, etc. Otras muertes se justifican peor y las denominamos víctimas
colaterales. A esas personas se las mata sin querer, podríamos decir, mueren
porque estaban cerca de los que tenían que morir y las bombas no discriminan, o
porque un cálculo equivocado hace caer misiles en escuelas públicas. Es
tremendamente injusto, pero ocurre tantas veces que casi nos hemos acostumbrado
y nadie está libre de convertirse en víctima colateral en el momento más
inoportuno. Esas muertes colaterales suceden en muchos lugares del planeta,
sobre todo en los países que están en guerra o sufren algún tipo de terrorismo.
Por ejemplo Ucrania, Pakistán, Irak, Afganistán o en muchos pueblos del
continente africano, de los que a veces nos llegan noticias de una masacre.
Ahora
viene la pregunta: ¿son también víctimas colaterales los muertos civiles en
Palestina? En principio sí. No creo que fueran otra cosa esos niños que murieron
cuando jugaban al balón en una playa, y, como en cualquier otro suceso similar,
parece normal condolerse de esa atrocidad y pedir a los que combaten que
procuren no matar inocentes. Pero he aquí que los muertos palestinos deben ser
diferentes, porque compadecer a esas víctimas y censurar a sus verdugos, al
menos en Estados Unidos, está mal visto. Tan es así que algunos artistas de
cine (españoles) que habían hecho pública su protesta, han tenido que retractarse
por la cuenta que les trae, laboralmente hablando. Ya sabemos que Estados
Unidos e Israel son aliados militares, pero también lo son el Reino Unido y
Turquía, pongamos por caso, y si alguien se queja públicamente de algo que
hacen mal estos últimos países, la Casa Blanca dice que no es asunto suyo. ¿Por
qué las cosas son diferentes con Israel?
Yo,
desde luego, no soy antisemita, ni anti árabe, entre otras cosas porque, dada
nuestra historia, nuestros genes deben
estar saturados de contenidos árabes y judíos. No hubo nación con mayor
mestizaje que España en la Edad Media. Pero en el conflicto de Oriente Medio
uno se pone casi inconscientemente a favor de los palestinos, en parte porque
tendemos a compadecer a los más débiles, pero también porque Estados Unidos no
los defiende ni los compadece, y eso es muy molesto porque no conseguimos
entender por qué. Queramos o no EEUU es una de las naciones más poderosas
del mundo, si no la más, y es innegable que mantiene un liderazgo indiscutible
en la política internacional. Si hay que invadir Irak, se invade, si hay que
intervenir en Sudán, se interviene, si hay que vetar una resolución de la ONU,
se veta. Lo extraño es que con ese poderío sean incapaces de arreglar las cosas
en Palestina por la vía rápida y evitar que sigan produciéndose víctimas, la
mayoría colaterales. Yo, la verdad, no siento simpatía por la prepotencia de
Israel en esta guerra. Nada que ver con los héroes judíos del levantamiento del
gueto de Varsovia, protagonistas de una hazaña histórica sobre la que he leído
casi todo y nunca ha dejado de emocionarme y causar admiración.
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