Cuando
yo era niño había un tebeo muy popular llamado Hazañas Bélicas, que dibujaba
Boixcar (Guillermo Sánchez Boix, Barcelona, 1917-1960). La temática de estas
historietas (es demasiado antiguo para llamarlo comic) versaba monográficamente
sobre la Segunda Guerra Mundial. Los dibujos de Boixcar, a plumilla y tinta
china, sin empleo de tramas, eran excelentes, sobre todo por la exactitud con
que reproducía el armamento (tanques, aviones, buques, cañones, etcétera) de
las naciones implicadas en el conflicto. Otra cosa eran los argumentos. Dado
que vivíamos en una dictadura y existía la censura, las historias se ajustaban
hábilmente a las preferencias del régimen. Si el cuadernillo contaba una
aventura de la contienda entre Alemania y Rusia, invariablemente los alemanes
eran buenos y los rusos malos; pero si la lucha era entre Alemanes y
Norteamericanos, ambos contendientes eran buenos y peleaban con nobleza (Franco
siempre miró de reojo a los Estados Unidos). Los japoneses eran malísimos en
cualquier circunstancia.
Ahora,
aunque los contendientes son otros y las guerras se hacen de otra manera, sigue
existiendo una ambigüedad semejante, con un grado de cinismo e hipocresía muy
superior a los ingenuos relatos de Hazañas Bélicas. Cuando los afganos luchaban
contra los soviéticos, eran buenos y EEUU les proporcionaba armas; pero cuando,
libres de los rusos, se convirtieron en talibanes resultó que encarnaban el mal
y había que aniquilarlos. Después del 11-S todo lo árabe se convirtió en
diabólico, con excepción de Arabia Saudita y otros emiratos, cuyos negocios con
Norteamérica había que preservar. Los musulmanes que se rebelaron contra Gadafi
eran buenos y recibieron ayuda bélica; pero en Siria no se sabe quiénes son los
malos y los buenos, si los rebeldes o los gobernantes, porque nadie interviene
y les dejan que se exterminen entre sí.
El
conflicto más representativo de la doble moral que nos invade, y también el más
antiguo, es el contencioso Palestino-Israelí. Para Occidente, los miembros de Hamás
son terroristas, Israel es un estado democrático y la Autoridad Palestina no se
sabe qué es. Más o menos las cosas ocurren así: Hamás lanza un cohete y mata a
un judío; Israel replica con un bombardeo y mata a dos o tres terroristas y 200
civiles. El gobierno norteamericano dice: "Israel tiene derecho a
defenderse"; la UE afirma: " La respuesta es desproporcionada";
los líderes mundiales dicen: "Hay que negociar". Y aquí se acaba la historia: los palestinos entierran
a sus muertos, Obama se va a jugar al golf y Netanyahu autoriza nuevos
asentamientos. Luego Hamás lanza otro cohete y todo vuelve a empezar. Resultado
final: 1.400 palestinos y 13 israelíes muertos. ¿Solución? Ninguna. Hamás no abandonará
su liderazgo ni reconocerá a Israel como estado. Por su parte los israelíes
nunca reconocerán un estado palestino, con la excusa de que estaría liderado por Hamás. El señor Mahmud Abbas,
presidente de la Autoridad Palestina, no sabe/no contesta.
¿Quiénes
serían, para el dibujante Boixcar, los buenos y los malos en estas nuevas Hazañas
Bélicas?
¿Los malos? Los de siempre, los que venden y fabrican armas y sacan dinero de la muerte de inocentes. Lo demás son ganas de esconder responsabilidades y plegarse al dinero, que es el que manda.
ResponderEliminarCreo que a la Humanidad le faltan unos milenios de evolución
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