¿Llegará
un día en que termine nuestra guerra civil? Sí, la de 1936, la que ganó Franco,
una guerra en la que los cañones enmudecieron hace tiempo pero sobrevive en el
pensamiento de las personas y se transmite de generación en generación. Porque
aquel lejano día de abril terminó la batalla, pero no la guerra. ¿Llegará un
día en que no oigamos hablar de Paracuellos ni de Casas Viejas? ¿O que no se
esgrima el asesinato de García Lorca contra el de Calvo Sotelo? ¿Llegará un día
en que esos nombres y esos lugares figuren en los libros de historia con la
misma sencillez que figuran las Guerras Púnicas o la batalla de Las Termópilas?
¿Cuándo acabará el rencor y empezará la historia?
No se
trata de olvidar. Las guerras y los muertos nunca se olvidan, como no se olvidan
las víctimas de un naufragio o de un desastre natural. Lo que no se puede es
seguir viviendo en esa guerra tantos años después, en una guerra que ya es
historia.
Vivimos
ahora grandes cambios, grandes conmociones. Abdica un rey, decaen los grandes partidos,
surgen nuevos líderes... y los inanes tertulianos seguirán vociferando:
"¡Paracuellos!", "¡ADN franquista!",
"¡Monarquía!", "¡República!", "¡Que viene el Frente
Popular!" ¿No se han dado cuenta de que estamos en el siglo XXI, en el año
2014? ¿No comprenden esos descerebrados que es absurdo seguir con esa mierda?
Sí, con esa mierda, porque todas las guerras lo son. Preocúpese quien le
corresponda de que haya trabajo, libertad de pensamiento, honestidad, futuro
para nuestros hijos. Todo lo demás nos importa un carajo.
Enterremos
a los muertos con dignidad, a todos, porque todos eran españoles. Y tengamos
memoria de lo que fue y ya no es, porque esa es la auténtica memoria histórica,
no la que utilizan como señuelo demagógico nuestros queridos charlatanes. Puede
que así, algún día, termine esta guerra.
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