Escribo
como lector, más que como escritor, lo cual me da más libertad para expresarme,
porque todo el mundo juzga a los escritores y casi nadie a los lectores.
Escribir es una actividad común que se aprende en la infancia, como se aprende
a leer y a sumar, pero no todo el que escribe es escritor en el sentido
profesional del término. ¿Pero qué es entonces ser escritor? ¿Solo quien
publica lo que escribe? ¿El que le pagan por escribir? Me parece una definición
incompleta, ya que hay escritores que nunca han publicado un libro y otros que
sí lo han hecho, pero que no merecerían ser calificados como tales. Creo que en
este asunto hay un vacío semántico. Podríamos recuperar la palabra
"escribidor", con o sin comillas, que lanzó en su día con tanto
acierto el escritor Vargas Llosa, de manera que los profesionales podrían
denominarse escritores y escribidores los que vamos por libre. O viceversa.
Lo malo
de profesionalizarse es que, en muchos casos, escribir se convierte no en un
acto creativo sino en una necesidad crematística. Se dice en el cine que tal
director ha hecho una película "alimenticia", y lo mismo podríamos
decir de algunos escritores y sus novelas. Ocurre mucho con las novelas de
género, en las que el autor se ve obligado a publicar al menos un libro al año
si quiere seguir en la cresta de la ola. Por ejemplo, Charlotte Link, una
escritora alemana de novela negra que siempre sitúa la acción de sus libros en
Inglaterra. Es una buena escritora en mi opinión, un poco morosa pero escribe
bien. Una de sus primeras novelas, La
Casa de las Hermanas (Salamandra, 2002) me pareció fascinante. Maneja con
maestría dos elementos clásicos de la novela de intriga: la casa aislada por la
nieve de la que nadie puede salir, y el manuscrito encontrado. Y es
precisamente ese manuscrito, un relato folletinesco en el mejor sentido de la
palabra, que recorre la historia de Inglaterra entre las dos guerras mundiales,
lo que, a mi juicio, otorga personalidad a esta novela.
Luego
he leído otras buenas novelas de esta escritora, pero en las últimas me ha
parecido ver indicios de escritura alimenticia. Qué le vamos a hacer, tampoco
se puede ser genial todos los días. Pero bueno, esto no solo ocurre con los escritores, hay también
algunos pensadores (fíjense, otra palabra indefinida) cuya profundidad parece
ir debilitándose con el tiempo. En fin, "Sic transit gloria mundi",
como decía en cada naufragio uno de los piratas de Asterix.
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