Escribí mi opinión sobre las descargas ilegales de libros y la piratería
informática en general en una entrada anterior. En Facebook, Lucila
Rodriguez-Alarcón proporcionaba hace unos días un enlace acerca de este asunto
que me parece oportuno comentar. Es conocido que, en 2011, la escritora Lucía
Etxebarría dijo lo siguiente: "Dado que se han descargado más copias
ilegales de mi novela que copias han sido compradas, anuncio que no voy a
volver a publicar libros". No es la única. Leemos a diario lamentaciones
similares de otros escritores y editores. El enlace referido por Lucila nos
lleva a la revista Orsai que edita el escritor argentino Hernán Casciari en
la que, el 21 de diciembre de 2011, publicaba una carta abierta de contestación a
Lucía Etxebarría. Me permito seleccionar algunos párrafos:
Durante 2011 editamos
cuatro revistas Orsai. Vendimos una media de siete mil ejemplares de cada una,
y con ese dinero le pagamos (extremadamente bien) a todos los autores. Los .pdf
gratuitos de esas cuatro ediciones alcanzaron las seiscientas mil descargas o
visualizaciones en internet.
Vendimos siete mil, se descargaron seiscientas mil.
Si
los casos de Lucía Etxebarría y de Orsai son idénticos, y ocurren en el mismo
mercado cultural, ¿por qué a nosotros nos causan alegría esos números y a ella
le provocan desazón?
La respuesta, quizá,
es que se trata del mismo mercado pero no del mismo mundo.
Para Casciari hay un mundo nuevo en el cual los libros físicos
vendidos y los virtuales se suman y el autor piensa: "¡Qué bien, cuánta
gente me lee!". Pero aún persiste un mundo viejo en el que los escritores
dicen: "¡Qué espanto, cuánta gente no me compra!". Y añade:
El viejo mundo se basa
en control, contrato, exclusividad, confidencialidad, traba, representación y
dividendo. Todo lo que ocurra por fuera de sus estándares, es cultura ilegal.
El mundo nuevo se basa
en confianza, generosidad, libertad de acción, creatividad, pasión y entrega.
Todo lo que ocurra por fuera y por dentro de sus parámetros es bueno, en tanto
la gente disfrute con la cultura, pagando o sin pagar.
No cabe mayor claridad. Casciari está en el futuro;
Etxebarría y otros siguen anclados en el viejo mundo. No comprenden que las
descargas gratuitas incrementan la
compra de libros en papel. Si yo leo en internet a un autor y me gusta, y no
encuentro en la red otros libros suyos, sin duda los buscaré en las librerías.
Los perdedores nunca serán los escritores, ellos seguirán escribiendo y se
adaptarán a todo lo nuevo; los perdedores son los editores que siempre se han
llevado la parte del león y ahora se ven impotentes ante la oleada digital. Ellos
también siguen anclados en el viejo mundo.
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