Primero los obituarios; después los artículos
evocativos ("Sí, aquel día nos tomamos un café...; yo fui testigo de su
indignación...; pues a mí me dijo..."); los comentarios laudatorios y los
levemente críticos; después o al mismo tiempo las tertulias televisivas y
radiofónicas con los "expertos" habituales. Añadan un conglomerado de
twitters y facebooks variopintos y tendrán la semblanza del héroe. Pero aún
queda el plato fuerte: la novelización lucrativa del personaje. Son esos libros
ya escritos y guardados en el congelador esperando de manera vultúrica el
deceso del héroe. Libros de páginas milenarias escritos por narradores
omniscientes que se atreven a decir lo que pensaba el protagonista en tal
situación o el diálogo secreto que mantuvo en determinado momento. Puede que me lea alguno de esos biopics -como si me leyera una novela de ciencia-ficción-, pero solo si puedo descargar gratuitamente el libro.
Omar Al
Khayyam dijo: "¿De qué sirve
resucitar si todos continúan viendo al muerto?"
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