La escritora Marta Sanz, en su sección
Ni hablar, de El CULTURAL, publica un artículo titulado El Lector en el que habla de usted y de mí y de otros
muchos, o sea, de todas las personas que leen libros. Es divertida su enumeración
de calificativos, elogiosos o despectivos,
que pueden aplicarse a escritores (y escritoras). Sin embargo el lector
no tiene calificativos: "El lector es siempre el lector a secas".
Desconcertante. Nunca pensé que yo fuera lector a secas. Y pensándolo mejor, me
parece que los lectores no son en absoluto lectores a secas y se les pueden
aplicar - como a los vicarios o a los fontaneros- toda suerte de calificativos,
los que ella enumera y otros más. "Siempre tiene razón (el lector). Como
el cliente de la pescadería que mira el ojo turbio del besugo". Cielos,
doña Marta, estoy seguro de que yo no compro libros como si fueran besugos. Ni
nadie, espero. Tampoco entiendo lo de tener siempre razón. ¿Ante quién? Porque
si hay algo que despierta una gran diversidad de opiniones es precisamente un
libro. "Los lectores con sus interpretaciones completan el significado de
un texto". Esto se entiende mejor. Es poético lo que sugiere: una comunión
intemporal y casi mística entre el escritor y su lector. ¿Pero qué
posibilidades tiene el escritor de experimentar ese sentimiento? Muy escasas,
porque quien de verdad lo siente es el lector que se ha sentido conmovido con
un libro y busca con ansia otros títulos del mismo autor, y puede que, en
efecto, sus pensamientos completen el texto, pero solo en su particular
comprensión, íntima, individual y pocas veces transferible. Una vez escribí a
un escritor para decirle que su forma de escribir me inspiraba amistad. Creo
que le gustó. Otras veces he expresado una opinión negativa sobre una novela. Eso
no quiere decir que tenga siempre razón. Supongo que todo escritor busca un
lector que le entienda. También le hubiera gustado a Van Gogh que sus cuadros
fueran comprendidos antes de morir, y a Bach que "El Arte de la Fuga"
fuera interpretada antes del siglo XX.
"Fomentar la soberbia del
lector es una estrategia publicitaria de la sociedad de consumo". La
verdad, no sé a qué se refiere. ¿Se vuelven soberbios los lectores porque han
comprado un libro muy publicitado? ¿Es un ataque subliminal a los lectores de best sellers? Lo cierto es que todos
libros se auto publicitan a sí mismos, basta con leer la contraportada donde se
exhiben todas las virtudes de libro y autor y ninguno de sus defectos.
En fin, estoy con usted en que a mí tampoco me gusta que me doren la píldora, pero no creo que nadie forme
parte de un bloque antiautor, ni que se pueda acusar de soberbia global a todos
los lectores en conjunto. A no ser, claro, que tal afirmación sea sostenida por
un crítico literario, porque entonces ya es una batalla diferente. Hablaremos de esto en otra ocasión.
El artículo de Marta Sanz pueden
leerlo en: http://www.elcultural.es/opinion_articulos/OPINION/Ni_hablar/10/161/1
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