Julius es un joven médico nigeriano que
cursa la residencia de psiquiatría en un hospital de Nueva York. Excepto un
viaje a Bélgica, todo lo que hace Julius
es callejear por Manhattan. Durante sus paseos observa, describe, reflexiona,
recuerda y habla con amigos o con desconocidos. Eso es todo, no hay nada más en
esta novela que no sigue los cauces habituales de la narración. A priori uno
podría pensar que es una novela monótona que terminará por fatigar al lector. Todo
lo contrario. Ese caminar sin rumbo del protagonista y sus leves meditaciones,
lejos de aburrir, nos llevan por el camino de la vida cotidiana, del arte, de
la música, de la literatura o de la realidad social del mundo en que vivimos, y
lo hace con una prosa cuidada, de gran belleza en ocasiones. Julius no es un
sentimental, describe de manera distante los sentimientos, pero sin caer en la
frialdad. Tampoco juzga: exhibe una tolerancia desconcertante, incluso con sus
propios errores. Ciudad Abierta es uno de esos libros que terminan sin previo
aviso y que uno desearía que continuasen de manera indefinida.
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